33. Que me trague la tierra

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Estoy viviendo una pesadilla.

El mismo infierno me ha visitado.

La que hasta ahora se suponía que sería la mejor noche de mi vida, está encaminándose a ganar el título de una para el olvido, acaso la peor de mi existencia. Y no hay vuelta atrás.

El tiempo, cuasi estático, pareciera haberse detenido.

Con la mente y la visión cada vez más borrosa, apenas percibo que respiro y que estoy soportando un dolor mortal. No comprendo del todo qué es lo que me pasa ni cómo se verá esto desde afuera, pero, si de algo estoy segura, es de que mi esencia y mi aspecto van desvaneciéndose. No soy yo. De ninguna manera lo soy. El lucero de la noche está dando a luz. La luna está pariendo algo que no es más que una abominación.

¿Qué es lo que acontecerá a continuación? ¿Cuál será el resultado?

¿Estoy naciendo o estoy muriendo?

La tortura que implica mantener todavía el aliento de vida es innombrable. El cuerpo muta, las formas cambian y, de pronto, millones de imágenes atraviesan mi alma atribulada para regresarme o despedirme de mis últimos vestigios de humanidad con repentinos ánimos de llanto. El dolor de alma, desde mis entrañas, acompaña los espasmos del quebrantamiento de mis costillas mientras me estiro o crezco. Y ya menos va quedando de mí. Me desconozco. En un cercano pasado ya vi esto: garras, en vez de uñas, y horribles distorsiones en mi rostro. La monstruosidad misma.

Qué está pasándome, por qué tiene que suceder esto. ¡Ni siquiera estoy transformándome en un animal! La metamorfosis que estoy sufriendo está eliminando hasta mi personalidad y mis sentimientos. Por momentos no quiero que esto siga su curso; por otros me dejo llevar, cual instinto, por la entropía del proceso. Conforme corre el tiempo y yo sigo convirtiéndome en mujer lobo, mis sentidos se agudizan más que de costumbre. Puedo oír más allá de lo normal, oler llena de angurria la sangre de quienes se convertirían en mis presas, pero no es sino hasta ahora, que veo mi tez germinando veloz un denso pelaje negro, que caigo en cuenta de la gravedad de la situación. Es un caos. Una horrible maldición. Siento como si mi piel fuera alcanzada por lava volcánica.

Pareciera haber transcurrido toda una vida. Pero fueron unos minutos...

Mi cuerpo se retuerce de nuevo tras un agrandamiento final y me deja escapar un ahogado gemido, que rápido se convierte en un acezo agitado, para evolucionar a un grave gruñido. Ya no soy yo. Mi cabeza se ha alargado, mi cara se ha prolongado. Estoy irritada, muerta de hambre y de sed, rasguñando con una ira incontrolable la cabina del vehículo empañado por el terror del chico que me ha traído hasta aquí. Aunque intento domarme, pierdo la cabeza.

Blake Hanson intenta defenderse de manera pasiva, agarrándome y atajándose, pero la sangre igual corre. Con el cerebro nublado, la explosión de una de las ventanas me altera, aunque me da la oportunidad de salir. Y allí creo ver una cara conocida. Supongo que es una incrédula Melissa, que ha estado siguiéndonos y espiándonos, así que salto y me abalanzó hacia ella, pero termino de perder la consciencia y ya no puedo razonar nada...

*****

Primero percibo un ligero temblor.

Después el escalofrío se torna intenso, doloroso y molesto, a tal punto que me despierta de golpe. Espantada, salto y me parto la cabeza con un roble colosal al trastabillar.

Dios mío, dónde estoy, ¡qué es todo esto!

Ya casi está clareando y yo me hallo aquí sola, ¡en medio de un bosque...!

Esto no es real.

Esto no tiene que ser cierto.

Mi cutis está ajado, sucio, lleno de tierra y con manchas de sangre, aunque no veo en mí ninguna lastimadura. Me siento terrible y congelada. Y de pronto me percato, cuando quiero abrigarme, de que nada puedo hacer: no hay nadie cerca y tampoco tengo pertenencias aquí. Aún mareada, intento merodear por la zona unos pocos pies a la redonda, pero no logro comprender qué sucede. Respiro profundo. Me agito. Busco con mis manos mi medalla, pero recuerdo que decidí dejarla en mi hogar. Eso me trae otra vez a este universo. Noto que no llevo puesto mi vestido, ni nada. Estoy desnuda, horrorizada, ¡con la ansiedad atacándome de nuevo!

Plenilunio: Luna del Lobo [FINALISTA WATTYS 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora