17. Autotraición

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Estoy perdiendo el control.

Mi cuerpo parece estar envolviéndose en llamas por el ardor que siento, sumado al malestar intenso que se genera en cada uno de mis huesos. Mis ojos arden, mis orejas me duelen y mis mandíbulas no resisten este calvario equivalente a tener mil muelas dañadas.

Esto no puede estar pasando. Creo que estoy a punto de transformarme y es lo peor que podría suceder. La metamorfosis está ocurriendo mientras soy castigada por mis recuerdos viejos y recientes en el bosque, por lo que en cualquier momento una bestia surgirá de mí y causará estragos.

No me siento para nada bien. Tengo muchas ganas de llorar y no puedo desahogarme. Para colmo, sigo aquí en el baño de la preparatoria y todavía queda gente circulando por la zona, mientras que mamá está esperándome afuera en su coche. ¿Qué va a pensar si me ve así? Cualquier persona podría entrar a buscarme y hallarme en estas condiciones pésimas o, peor aún, enfrentarse a un monstruo que no soy yo y que los destrozaría en menos de un segundo.

Estoy tan triste y confundida. No es de noche, tampoco hay luna llena.

Bronca, desilusión y tristeza.

¡Cómo puede ser que esté convirtiéndome en una mujer lobo!

Jamás en mi vida vi así mis ojos y, hasta donde recuerdo, tampoco tengo una bestial dentadura canina. No tengo valor para enfrentar la realidad y volver a mirarme en el espejo. Se suponía que esto no tenía que suceder porque soy una bruja. ¿Cuánto más tendré que soportar? ¿Será que soy vulnerable y la infección hizo efecto? ¿Tendrá el mismísimo Blake algo que ver con esto?

No sé si él será un licántropo y, por ende, el culpable de mi padecimiento. Lo que sí es cierto es que, en mi psiquis, él ha sido quien provocó en mí esta reacción. Aunque es mi culpa, claro, solo que no puedo controlarlo. No puedo creer que la chispa de semejante estupidez haya provocado tamaño incendio. Mis celos, de manera instantánea, se han vuelto algo incontrolable y, de hecho, puede que allí tenga una explicación: las emociones fuertes, en apariencia, pueden tener una correlación con mi estado...

El tiempo pasa y yo no puedo seguir de esta manera. Tengo que esforzarme, pienso, y recuerdo que una fuerza enigmática en mi medalla puede ayudarme, la misma que termina logrando tranquilizarme. Así, otra vez con coraje, puedo mirarme por fin al espejo para descubrir que sigo siendo la misma de siempre.

No existió tal metamorfosis...

Puedo seguir en paz, no martirizarme de nuevo, levantarme e irme, porque todo pudo tratarse de mi imaginación fruto del estrés o bien de un síntoma de un problema de demencia. Pero no. La decepción sigue en mí porque, por un lado, he experimentado una situación insana y negativa y, por otro, me siento desilusionada, y es que no tengo ninguna posibilidad de gustarle a Blake.

Soy muy consciente de que debo valorarme y de que no tendría que importarme nada de esto, aunque también de que no puedo luchar mucho contra esos sentimientos. Estoy literalmente loca por él, una persona a la que nada más parecen atraerle chicas populares, deportistas y de cabello claro a la que la sociedad tilda de "bonitas", pero no me queda más que resignarme.

Con mucho sudor por encima, los pelos revueltos y los ojos desorbitados, salgo corriendo de la secundaria a toda velocidad e ingreso al auto ante la vista desconcertada de mamá.

—Dios mío, Elizabeth. ¡Dime dónde has estado y qué se supone que te ha pasado! ¡Estaba a punto de realizar una denuncia en la policía y...!

—No te preocupes, mamá. Fui a vomitar porque hoy comí demasiado —le miento, y eso, por suerte, parece convencerla.

*****

Al otro día, después de tanta preocupación y angustia, intento creer que no sucedió nada, pero, como soy rencorosa, me muevo con sumo cuidado para no cruzarme con Blake porque sigo enojada y desilusionada. Sin embargo, el sigilo no es mi aliado y, justo antes de Literatura, es él quien me encuentra.

Plenilunio: Luna del Lobo [FINALISTA WATTYS 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora