14. Un alivio temporal II

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De un segundo a otro, toda la firmeza y todo el coraje de los que me había armado desaparecen, como me lo demuestran el temblor en mis piernas y mi boca seca.

Ante mí, tres mujeres de aspecto gótico y mucho mayores que yo, pero jóvenes en sí, se presentan altivas sin que nada pareciera inmutarlas. Una de ellas, la que me habló, parece ser la líder del grupo por estar un poco más delante de quienes la escoltan, con la cabeza descubierta, como presumiendo su impecable melena oscura, mientras que las otras permanecen con la capucha encima en todo momento. Todas visten igual y eso es bastante intimidante para mí. Cruzarme con tal clase de individuos con semejantes túnicas negras y portando un mismo tipo de collar es lo más aterrador que podría haber imaginado.

—No temas —me insta la misma, sólida como una roca, pero no puedo sentir sino todo lo contrario.

La agitación regresa a mí y, con ella, la falta de aire. Creo que podría morir aquí mismo. Estoy en pleno bosque frente a personas totalmente aterradoras y extrañas, así que lo mejor sería huir, pienso. Sin embargo, cuando doy un paso atrás me percato de la aparición de otros sujetos más: dos hombres de cabello largo, uno rubio y otro castaño oscuro, también llevando extensas capas oscuras y con apariencia andrógina y juvenil.

Y es así como me resigno a que estoy acorralada, sin ninguna salida ni forma alguna de escapar...

—Quiénes son ustedes... Y cómo saben mi nombre —digo, intentando mostrarme seria y sin miedo, aunque la voz me tiembla un poco al hablar.

Luego de un silencio estremecedor, aquella por fin vuelve a tomar la palabra para decirme:

—Tus dudas serán aclaradas con el tiempo, quizás en segundos, incluso. Mi nombre es Helvetia y quiero decirte que tu única opción es tener fe y confiar en mi aquelarre.

Cuando pronuncia "aquelarre", un temblor horrible dice presente en mi gélido cuerpo porque, de pronto, todo parece dar un giro más que distinto a lo que esperaba.

—¿Aquelarre? —digo con sorpresa y todavía decidida a dudar de lo que está ocurriendo—. Por favor, no quiero que estén jugando conmigo y todo esto sea una broma. De verdad no es gracioso...

—Te invitamos y aquí estás, más pronto de lo que pensaba. ¿Acaso las voces que has estado escuchando te parecen falsas o emitidas desde un megáfono? —me interrumpe.

—No. Pero no entiendo nada. No sé quiénes son ustedes y por qué lucen así. ¿Cuántos años tienen?

—Arriésgate y dime un número...

—Veintisiete.

—Un poco más...

—¿Treinta?

—¡Trescientos! —me dice contundente y levantando el tono de voz, para intimidarme con su repentino acercamiento y mirada—. ¿Alguna otra pregunta vana?

Por supuesto, no quiero abrir la boca ni una vez más.

—Sé lo que estás sintiendo —continúa—, lo percibo. Pero no vamos a matarte, ni te daremos manzanas. Tampoco te morderemos. No nos confundas con otras especies. Nosotros vinimos a manifestarte.... tu verdadera naturaleza...

—Yo... Yo sigo sin entender... —apenas logro musitar.

—Digamos, Elizabeth Easty, que tu sangre se "activó" por algún motivo que yo desconozco, pero el universo, en sí, decidió que este sería el momento adecuado para que esto sucediera y por eso te buscamos.

—Pero yo no tengo nada de especial.

—Tal vez sí que lo tienes. Tal vez eres una elegida. Hay algún tipo de escudo protector en tu ser que no me permite meterme demasiado en tu cabeza, pero tu energía fue suficiente para que te detectara y llamara.

Plenilunio: Luna del Lobo [FINALISTA WATTYS 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora