Capítulo 29: Atados.

70 3 0
                                    

Cuando ya estoy llegando a la casa y a punto de adentrarme en ella aparece Tom ante mis narices haciendo que pegue un gran grito.

—¡Ahora sí que me las vas a pagar! —exclama furioso.

Sam sale de la casa con una sartén en sus manos y le da en toda la cabeza haciendo que caiga al suelo desplomado.

—Se está portando mal contigo, ¿verdad señorita? —Lloro de alegría.

—Gracias Sam, podrías por favor traer al ave hasta aquí, necesito salir de aquí, tú también, tenemos que irnos de aquí en cuanto antes.

—Pero, ¿cómo voy a ir al trabajo si me voy contigo? —Me tiembla todo el cuerpo y apenas me sale la voz.

—Encontrarás otro, ese hombre es muy peligroso, es un asesino. —El ave de Sam se acerca hacia nosotros, yo sonrío feliz—. ¡Tenemos que irnos ya, vamos, sube conmigo! —Cojo su brazo histérica y desesperada.

Sam sube en el ave no muy seguro.

—Espera, ¿qué pretendes que haga este animal? ¡No me digas que se va a poner a volar!

Suspiro nerviosa y salimos volando, Sam comienza a gritar muy asustado y agarra mi cintura fuertemente para no caerse, me recuerda a mí los primeros días en Zeus que no sabía nada de vuelo con aves y me daba pánico solo el pensar que tenía que montar encima de este animal, ahora no me queda de otra si no quiero morir.

—¡Señorita, señorita! ¿Dónde vamos?

—No lo sé, lo más lejos que podamos. —Intento contener los nervios y la calma.

Se ha levantado mucha niebla, apenas veo nada, yo solo sigo recto. Aparece una sombra negra justo enfrente de nosotros, entrecierro un poco los ojos para ver mejor de qué se trata, es una persona volando con un ave como nosotros, pero cuando veo de quién se trata abro la boca a más no poder, entro en pánico y doy media vuelta de inmediato muy asustada con el corazón a mil por hora.

—¡Sam, coge la varita y lánzale un hechizo, corre, yo no puedo! —Le grito histérica.

—¡No sé ningún hechizo! —dice igual de nervioso que yo.

Intento manejar al ave con una mano, por desesperación voy a sacar la varita con la otra mano, pero me tiembla, Sam al tenerme sujeta por la cintura me está desequilibrando y caigo, caemos los dos del ave, cierro los ojos esperando la muerte.

Abro los ojos y me choco con los ojos de Tom, llenos de ira y furia, ahora están oscuros, su rostro da verdadero miedo. Vuelvo a cerrar los ojos maldiciendo, ¡por qué no he muerto!

—Dios mío, ¡cómo es posible que estemos vivos! —Vuelvo a abrir los ojos al escuchar la voz de Sam—. Con esa caída deberíamos de haber muerto.

—Estáis vivos gracias a mí sanguijuela, debería de haber dejado que os mataseis. —Exclama con odio.

—¿Por qué nos has salvado? —Le asesino con la mirada.

—Te quiero con vida necia, créeme, si no te hubiera matado hace ya mucho tiempo, y ahora vámonos, ya he perdido mucho tiempo por tu culpa. —coge mi brazo, pero yo me aparto.

—Prefiero morir antes que irme contigo. —Le miro desafiante.

—Yo te agradezco que me hayas salvado la vida, no os conozco a ninguno de los dos, pero por lo que puedo ver a la chica no le caes muy bien, ¿por qué no te disculpas con ella? Parece que le has hecho algo muy grave.

—¡Sam, ya te he dicho que es un asesino!

—Pero si fuera de verdad un asesino no tiene sentido que nos haya salvado la vida, yo creo que estás rencorosa porque te ha hecho algo que no te ha gustado o... —Se toca la cabeza.

Oscuridad, peligro y... ¿amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora