Capítulo 8: Sentimientos desconocidos.

3.5K 134 51
                                    

—¡Se puede saber qué haces tú otra vez aquí, la persigues las 24 horas del día o que! —exclama Alfred muy enfadado mirando a Tom furioso.

—Solo he venido a entregarle su libro gusano, no hace falta que te alteres tanto, ten Evans —cojo mi libro y nuestros dedos se rozan, él tose y yo miro hacia otro lado algo nerviosa.

—Se lo podías haber entregado mañana en clase, o incluso en la cena de hoy.

—¿Yo acercarme a vuestro hogar? Lo siento, prefiero hacer esto. Tampoco he interrumpido ninguna conversación importante, ¿verdad? —levanta las cejas algo serio y cabreado, Alfred y yo nos quedamos callamos.

—Bueno, te vas a ir ya o piensas quedarte ahí todo el día.

—Me iré cuando yo quiera gusano.

—Tom luego nos vemos, gracias por traerme el libro, no sé dónde tengo la cabeza últimamente, pensaba que lo había guardado junto con el resto, Alfred vamos a entrar ya.

Él asiente con la cabeza muy contento, mira a Tom triunfante y nos metemos en la sala, no tengo más ganas de discusiones.

—Te digo yo que el tío ese te ha robado el libro adrede —le miro extrañada.

—¿Y por qué haría algo así Alfred? No tiene sentido lo que estás diciendo.

—Para tener que interrumpir nuestra conversación, o bien para tener que hablarte y verte de nuevo, yo que se, ese tío está mal de la cabeza y es obvio que se ha obsesionado contigo, no te deja a ni sol ni a sombra —comienzo a reírme.

—No digas tonterías Alfred, cuando está conmigo no lo hace por gusto, además le tengo que llevar frita, no dejo de molestarlo con dudas de clase o para que me explique algo que no he entendido del todo.

—Tu dirás lo que quieras, pero yo no me fío de ese un pelo Valentina, a lo mejor está sintiendo cosas por ti.

—No digas disparates Alfred, ¿Tom Blake sintiendo cosas por una chica? Vamos, no me hagas reír.

Cambio de tema rápidamente, no quiero seguir hablando de Tom, Alfred está delirando del mismo odio que le tiene, Tom es imposible que haga esas cosas solo para pasar más tiempo conmigo y verme, Alfred está completamente chiflado por pensar esas cosas.

Cuando estoy de camino para ir a cenar veo de fondo a los pequeños de primero, entre ellos se encuentra Diana, está hablando con un niño rubio, alto, con los ojos azules y el jersey rojo, ese debe de ser el tal Brandon del que siempre me habla.

—¿Con quién vas a ir al baile Diana? No me lo digas, con tu novio imaginario verdad. —Él y todos sus amigos del hogar del fuego comienzan a reírse—. Quién querría ir contigo al baile, fea. —Diana solo lo mira con odio, voy a intervenir cuando escucho la voz de Tom.

—Mocoso, ¿tú no eres el que estaba ayer por la noche hablando en nuestro hogar preocupado porque no sabías como pedirme a una tal Diana del hogar de la tierra que fuera contigo al baile de inverno? —Brandon comienza a ponerse rojo como un tomate—. Por lo que se no hay muchas Diana en vuestro curso que sea del hogar de la tierra.

—¡Eso es mentira, como iba yo a pedirle a esa fea que sea mi pareja, antes voy solo, vámonos ya de aquí chicos! —dice nervioso y rojo como un tomate. —Tom le coge del brazo para que no se escape.

—Dudo mucho que ella quiera ir con alguien como tú, demasiado estúpida sería si llega a decirte que sí, mocoso. —Mira a Diana—. A que tú eres inteligente. —Ella asiente con la cabeza—. Pues ya sabes, mejor ir sola que con gente así. —Fija su mirada ahora en Brandon—. Lárgate ya de mi vista.

Oscuridad, peligro y... ¿amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora