Capítulo 6: Racha de mala suerte.

4K 155 75
                                    

Intento dejar mi mente en blanco, pero no puedo, ¡porque me está besando! ¡¿Qué le pasa?! ¿No se supone que me odia?

Pero no lo puedo negar, me está gustando mucho el beso, demasiado diría yo, ahora mismo siento una mezcla de nervios, conexión, adrenalina y emoción.

¿Pero, dónde tengo la cabeza?

Me aparto rápidamente de él empujándolo como puedo. Cuando ya lo tengo un poco separado de mí, alzo mi mano y con un rápido movimiento le doy un buen golpe en su mejilla.

—¡¿Qué te crees que están haciendo?! ¡Idiota, una cosa es que te agradezca lo que has hecho por mí y otra muy distinta es que te aproveches de la situación!, ¡yo no soy ninguna de tus amiguitas que están desesperadas, conmigo no se juega, imbécil! —espeto.

Él se levanta rápidamente, bastante furioso, saca su varita y me apunta con ella. Yo le miro desafiante.

—Mira, necia, a mí no me vuelves a hablar así en tu estúpida e insignificante vida, y mucho menos vuelvas a hacer eso —Señala su mejilla—. A la próxima no tendré piedad, ¡¿me has entendido?!

Le miro sin ningún miedo en mi rostro. Mi mirada es seria y tengo la cabeza bien alta, ya no me intimida con sus palabras, es tanto el enfado que me ha provocado que ahora mismo solo siento ira hacia él.

Guarda su varita y se marcha de ahí a buen ritmo. Me vuelvo a sentar en la piedra dura y fría; este imbécil me ha robado mi primer beso... a mí misma no me puedo engañar, me ha gustado, me ha gustado mucho, pero él no me gusta en absoluto. Yo quería que fuera con una persona a la que yo al menos le gustara, y este sujeto arrogante solo me tiene odio.

Al día siguiente en el desayuno no puedo dejar de pensar en lo sucedido la noche anterior, me estoy comiendo la cabeza demasiado, solo ha sido un estúpido e insignificante beso, nada más, no sé por qué le estoy dando tanta importancia y tantas vueltas.

—¿Valentina, estás bien? Llevas un buen rato callada y apenas estás comiendo nada —pregunta Alfred algo preocupado.

—Sí, es que estoy en mi mundo —sonrío y como un trozo de galleta.

No puedo evitar mirar cada dos por tres la mesa de los del fuego, y no puedo quitar mi vista de Tom. Él está en su línea, con la expresión seria, fría y despreocupada de todos los días, y mientras yo aquí, dándole vueltas a lo de anoche, ¿por qué me ha besado si me odia? Esa pregunta no deja de darme vueltas en la cabeza.

Las dos primeras clases han transcurrido con normalidad, Tom apenas mantiene contacto conmigo, ya que son más teóricas y solo explica el profesor, pero la tercera clase... ahí sí que no me libro de pasar desapercibida de él; no es que odie lanzamiento de hechizos, de momento creo que lo llevo bien.

—Muy bien, alumnos, colocaos en pareja y practicad con el compañero los nuevos hechizos de combate que hemos visto hasta hoy —pide el profesor—. No hagáis los burros, por favor, ya no estáis en los primeros años, y recordad que es solo para practicar, no para derrotar ni ganar a vuestro compañero: no estáis combatiendo para salvar vuestra vida ni nada por el estilo.

Todos comienzan a reírse y nos ponemos manos a la obra. Me parece entretenido practicar hechizos de todo tipo con la varita. Lo bueno de tener a Tom como tutor es que siempre lo tengo de pareja y aprendo bastante con él, sobre todo agradezco que no se le vaya la cabeza en estas clases conmigo, con todo lo que él sabe podría derrotarme en una milésima de segundo.

—Valentina, usted se va a poner hoy con otro de sus compañeros —anuncia el profesor.

Abro los ojos como platos al escuchar eso y miro a Tom, parece ser que él está igual de sorprendido que yo y los dos miramos al profesor.

Oscuridad, peligro y... ¿amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora