Capítulo 3: Maldita clase de pócimas mágicas.

4.5K 226 96
                                    

—¿Qué estás haciendo? A-aléjate... —digo tartamudeando y temblando por su cercanía, nunca antes he tenido a un chico tan cerca de mí, como lo está él ahora mismo—. Comienza a reírse y se separa un poco.

—¿Qué se te está pasando por la cabeza, mocosa? —Levanta las cejas y sonríe de lado—. No te hagas ilusiones, no te voy a besar, no eres para nada, mi tipo, ni lo serías nunca.

Abro los ojos como platos y me sonrojo, solo quiero pegarle una bofetada en toda la cara, pero para mi mala suerte, me tiene bien agarrada y apenas puedo moverme.

—¿Que estás diciendo idiota?, ¡nunca dejaría que me besaras, ni aunque fueras el último hombre del mundo dejaría que me besaras, y ahora suéltame!

Suelta de golpe mis brazos, pero no se separa de mí ni un milímetro.

—A partir de ahora me perteneces, vas a hacer todo lo que yo te diga, como yo te diga y cuando yo te diga, sin rechistar, ¿me he explicado? —Se acerca más a mi oído—. Eres mía, niña —dice mirándome con sus penetrantes ojos verdes.

—¡Te has vuelto loco!, ¿qué estás diciendo, Blake?

Estoy perpleja por sus palabras.

—Bastante tengo ya con mis asuntos, como para que ahora tenga que estar pendiente de que apruebes, es imposible que apruebes todo, no se te ve demasiado inteligente, pero no pienso quedar mal con los profesores y mucho menos con el director. Vas a hacer todo lo que yo te diga, olvídate de tu vida social, aquí dentro no existirá para ti, aquí lo primordial es que apruebes y que aprendas todo lo que no has aprendido en cinco años, ¿me estoy explicando? —Yo asiento con la cabeza, no me atrevo a decir una palabra—. Buena chica, a partir de mañana vamos a quedar después de las clases a las horas que a mí me vengan bien.

—Y si a mí no me viene bien quedarme a esas horas, ¿qué pasa?

—No te lo voy a repetir más veces, tú tienes que estar pendiente de mí en todo momento, y así las horas que pueda te enseñaré, espero que entiendas rápido las cosas: no tengo mucha paciencia y no te voy a explicar todo tres veces, no soy sociable, así que no pretendas entablar amistad conmigo, ni lo intentes, no me gusta nada, y hago esto porque consigo muchas ventajas, no porque quiera ser simpático contigo, ¿me estás entendiendo?

Asiento con la cabeza de nuevo un poco asustada por lo frío que está siendo.

—Pero, y si justo cuando tú estás libre de tus asuntos, yo me estoy bañando, por ejemplo, ¿qué pasa?

—Si hace falta, te saco yo mismo del baño, no voy a perder tiempo, y mucho menos voy a esperar a que termines de bañarte o de hacer tus cosas, mi tiempo es muy valioso, mocosa. Por eso tienes que tener mil ojos y cuando veas que estoy ocupado y que voy a tardar ahí aprovechas para hacer tus cosas.

—¿Tengo que estar pendiente de ti las veinticuatro horas del día? —Él asiente con la cabeza—. ¡Ni muerta, te has vuelto completamente loco! Para empezar, no estamos ni en el mismo hogar, yo no sé cuándo estás ocupado y cuando no, y yo no voy a esperar a que estés ocupado para darme un simple baño —digo bastante cabreada y con mis manos en la cintura.

—No me vuelvas a levantar la voz, Evans, tú no me conoces, no sabes como soy, ni lo que soy capaz de hacer, no voy a perder mi media por una estúpida, como tú: o haces lo que te ordeno o te buscas la vida y te largas de aquí; no sé ni cómo has entrado a estas alturas y mucho menos como te han pasado a último curso sin saber absolutamente nada, pero ese no es mi problema. O haces lo que te digo o suspendes todo y te echan, así de claro.

—¡Pues, busco otro tutor, ya ves tú! Y a mí, no me vuelvas a insultar, ya te voy conociendo y me pareces una persona repugnante, no me extraña nada que estés tan solo.

Oscuridad, peligro y... ¿amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora