Capítulo 25: Normas.

2.2K 78 45
                                    

—¿Entonces para que me tienes aquí? Si no sientes nada por mí porque me tienes aquí encerrada contigo, porque no puedo hacer mi vida lejos de aquí.

—Puede que ahora no sienta nada hacia ti, pero en su momento lo sentí, no voy a permitir que seas feliz con otro hombre, eres mía Evans, asúmelo de una maldita vez.

—¡Yo no te pertenezco, no pertenezco a nadie, no soy ningún objeto al que puedas poseer! —Alzo demasiado la voz, estoy muy cabreada ahora mismo.

—No voy a seguir con esta charla, no tiene sentido, no tengo porque darte ningún tipo de explicación, resígnate a que esta será tu nueva vida de ahora en adelante y punto.

Dicho esto, desata mis manos y sale furioso de la habitación, cierra la puerta con llave y yo suspiro frustrada.

Esto es lo que me va a tocar a partir de ahora, esta vida, aunque no se puede llamar ni vida.

¿Cómo estará mi familia? Mis amigas, Diana, Alfred... Yo solo espero que estén a salvo, me quedo un poco más tranquila sabiendo que no voy a morir, me quiere viva, aunque no sé si es mejor morir que vivir así el resto de mi vida.

Me levanto de la cama y bebo agua, tengo la garganta irritada de tanto llorar y gritar, me acerco a la ventana para ver la altura en la que estoy, imposible bajar sin matarme, no hay salida.

Al poco tiempo entra Tom a la habitación.

—¿Te aburres Evans? —dice con su típico aire de superioridad y pasotismo.

—¿Me vas a tener todo el día encerrada en esta habitación? —pregunto desanimada.

—Sí, no puedo fiarme de ti, bastante bueno estoy siendo contigo, pero la verdad me has sorprendido para bien, pensaba que habías hecho de todo con ese gusano durante todo este tiempo, me has sido fiel. —Sonríe satisfecho y orgulloso, yo por el contrario le miro con odio.

—No lo he hecho por ti, simplemente no me gusta Alfred como algo más que un amigo, yo por ti no siento nada salvo repulsión y odio.

—Cuida tus palabras, necia, estoy perdiendo la paciencia y no te va a gustar verme enfadado.

—Ya te he dicho que hagas lo que quieras, nada será peor que estar aquí encerrada contigo, ¡te detesto!

Se acerca a una gran velocidad hacia mí y me apunta con su varita en el cuello, sus ojos están más oscuros que nunca, nos miramos fijamente.

—¿Eres consciente de lo que puedo hacerte? Te tengo en mis manos necia, puedo borrarte la memoria y convertirte en lo que se me plazca, incluso puedo matarte.

—Hazlo, si eso es lo que quieres, así terminaré con esta pesadilla de una vez por todas. —Le miro desafiante, aunque en el fondo su cercanía me hace temblar y no precisamente de miedo...

Me mira con esos ojos verdes penetrantes que en su momento tan enamorada me tenían.

Tom solo sonríe de manera arrogante.

—No has cambiado nada, sigues siendo la misma necia que conocí el primer día en el instituto.

Tocan a la puerta, me mira y vuelve a sonreír de lado, se aleja de mí para abrir la puerta, al fin puedo respirar.

—¿Qué quieres Sam? Estoy ocupado —dice de mala gana.

—Disculpe que os moleste mi señor, pero es urgente, necesito que venga conmigo.

—No te muevas de ahí Valentina —exclama señalándome con el dedo.

Me quedo apoyada mirando la escena, Sam no debe de tener mucha más edad que yo, es alto, rubio, con unos grandes ojos azules, me mira y me sonríe amigable, Tom le fulmina con la mirada cuando hace eso, yo debo de tener cara de susto, además de que tengo el cuerpo paralizado y no muevo ni un dedo.

Oscuridad, peligro y... ¿amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora