Chinches

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032:

—Dicen que cuando revisaron su sofá tenía tantas chinches que caminaban por las paredes —le digo a Pablo con demasiado asco recorriendo mi cuerpo—, todo el edificio puede estar comprometido por culpa de una estúpida silla de colección.

—Es una tragedia —responde lo más seguir que puede, aunque sé que está asqueado igual—. ¿Pensaste ya en dónde vas a dormir esta semana?

—Le preguntaré a Samu si puede acogerme en su casa —espeto, apoyándome en el respaldar de su auto.

Enero se fue rápido, tanto o más que diciembre. Ya hoy es treinta y uno y comienza la cuenta regresiva para la publicación de mi libro. No puedo negar que estoy nerviosa, sobre todo luego de ver los fan art que hicieron mis lectores en Twitter. Espero de verdad llenar sus expectativas, aunque tengo claro que a un sector no le gustará este trabajo. No se puede complacer a todos.

Quizás el tiempo se me fue tan raudo porque las compañías estos días fueron maravillosas. Manu y Sofi regresaron a su ciudad hace una semana, pero prometieron que estarían el día de la publicación del libro. Ya les envié las entradas en primera fila para que no falten. Sé que andan en algo raro con Samuel —aunque me lo hayan negado hasta el cansancio—, no es normal todo lo que les vi hacer juntos. No corito, pero quiero chismecito. Ellas me lo dirán a su debido momento.

El otro aspecto de mi vida que se volvió sorprendente fue Pablo. Aquel día que fui a su casa a altas horas de la noche no creí que tanto fuera a cambiar. Pusimos tantas cartas sobre la mesa que luego de ello casi sentí que nada había sucedido. Pablo me dijo que quiere hacer las cosas conmigo demasiado bien por eso no vamos a acostarnos hasta la décima cita. Solo hemos tenido cuatro porque, según su filosofía, había que esperar entre dos y cuatro días para pedir la otra. Seguí su juego porque fue divertido.

La primera cita que tuvimos fue a un restaurante. Me dijo que sería algo pequeño, pero —como lo conozco— me puse bastante elegante e hice bien porque comimos en uno de los sitios más caros de la capital. La comida fue deliciosa y la compañía más. Conversamos de muchas cosas y me contó sobre su infancia, los momentos felices solamente. Pidió un plato d mariscos y yo carne a la plancha. Luego de eso salimos a caminar por la ciudad y terminamos la noche en un observatorio viendo al amanecer. Nada sucedió, ni siquiera nos besamos. Me dejó en mi departamento. Apenas llegué arriba recibí un mensaje suyo en el que decía que se la había pasado increíble.

A la mañana siguiente salí a correr y pasé por una librería. Ando bastante corta de dinero, pero mis ojos atraparon un libro de catalán que lucía interesante. Se lo compré y agendé una segunda cita para el fin de semana con el dárselo. Estuvo de acuerdo e incluso me dejó escoger el lugar. Fuimos a patinar y me sorprendí al ver que lo sabía hacer de maravilla. Cuando le entregué el libro estaba tan contento que me abrazó. Fue el contacto menos sexual y más íntimo que hemos tenido.

La tercera cita surgió por casualidad. Me dijo iría a la feria del libro a ayudar a un amigo suyo que tenía un panel y pensé que no lo encontraría ahí. Yo compré las entradas antes de que salieran a la venta porque Macbeth las consigue primero. Caminaba por todo el sitio con mis ojos fijos en todos los libros que quería y no podía pagar que no me di cuenta de que alguien me llamaba desde la distancia. Una niñita fue la que me avisó y tras agradecerle encontré a Pablo. Fue tierno verlo informal, con el cabello sin gomina y el rostro bañado en sudor.

Decidió que pasearíamos por los pabellones. Evité a toda costa el de la editorial de Dante porque corría el riesgo de tener que explicar mucho. Él ni lo notó. Paseamos hasta que recorrimos todos los pabellones y me dio un ataque terrible de amor cuando lo vi pagar por una de las cadenas artesanales que son un mismo corazón partido por ambos lados y a cada uno le corresponde una mitad. El nuestro dice ¿Friends?, aunque lo signos de interrogación se borraron un poco. Pensé que no la llevaría nunca y no se la quita, yo tampoco.

ConcupiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora