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Estrecho la mano de Dante con mi más radiante sonrisa. ¡Por fin! Las primeras correcciones de Deseos de Pascua. El señor Marchetti me dijo que conmigo trabajaba el mejor editor de toda la editorial, pero que el padre del sujeto había tenido un problema y por ello dejaba las correcciones con Dante. No me molestó en lo absoluto porque mientras menos vínculo tenga con las personas que laboran aquí mejor será, además, que ya tendré tiempo de conocer al susodicho.
Desde hace seis días que no sé nada de Macbeth porque se fue con su esposa de escapada romántica a las Malvinas. Freddy comentó que fue porque olvidó comprarle un regalo por el aniversario de ambos. Por esa razón, me gané unos días en paz en los que no toqué ni una vez los manuscritos de Concupiscencia, avancé bastante tengo otros proyectos con los que trabajar. Arreglé lo que Pablo me dijo el día de mi cumpleaños y luego olvidé esa historia por completo.
Con él todo estuvo de maravilla en este tiempo porque nos vimos poco. Él tuvo que salir de la ciudad unos días por una urgencia con la universidad y luego regresó para aplicarles el examen extraordinario a sus alumnos. Con las calificaciones y el cierre de semestre hemos estado distanciados, aunque nunca me faltan sus mensajes o sus fotos subidas de tono. Me agrada que me llame a veces a media noche para decirme que extraña dormir en el suelo de mi habitación y el jueves hizo que me enviaran una pizza con peperoni porque le comenté que no tenía ganas de cocinar.
Tengo que confesar algo: Lo he estado evitando a él. Hay cosas que no estoy dispuesta a admitir y él saca una versión de la felicidad que puede volverse adictiva y no estoy dispuesta a aprender a vivir con su partida. Concupiscencia no será eterna y ya yo estoy al firmar un contrato con Dante. Eso nos alejará más.
Manu vino hace poco a la ciudad y se quedó en mi casa porque le quedaba cerca del sitio de la reunión. Por primera vez en mi vida hice una noche de chicas con ambas amigas mías —Sofi se nos unió vía online—. Les conté a ambas todo lo que pasó y a Manu casi le dio un infarto cuando confesé hasta dónde fue mi pierna la noche de mi cumpleaños.
Realmente esperaba un consejo de ellas y lo único que pude recibir fue un fóllatelo vivo. Para ser honesta, eso no estaba muy lejos de lo que ya hacía. A la mañana siguiente mi amiga se fue con la promesa de que vendrían a pasar las navidades conmigo aquí en la ciudad. Lo dudo.
—Tengo que reconocer que me impresionó el giro que le dio a la trama de último momento —comenta Dante, acompañándome a la salida de su oficina—. ¿Sería muy atrevido de mi parte pedirle un pequeño spoiler?
No digo nada, solo despedirme con la mano de Dante que asiente con una sonrisa. A ciencia cierta yo no sé qué va a pasar en esa historia y lo peor es que tengo deseos de poner una escena sexual, pero eso echaría por la borda todo aquello por lo que fui de la editorial Flowers y no voy a caer en mis instintos.
Salgo del edificio para ir a mi segunda tarea del día que, por suerte, no me supone un gran sacrificio.
Samuel Hunther, el enigmático desconocido que creí que intentaba ligar conmigo en la cena de empresa hecha hace poco, no paró de escribirme hasta que acepté tomar un café con él esta semana. Antes estuvimos ambos muy atareados y nos comunicamos por WhatsApp. Al principio me sentía incómodo sobre todo con los memes literarios que me enviaba. Me limitaba a responderle con emojis hasta que comenzó a preguntarme de mi día.
Poco a poco descubrí que Samuel —al menos por WhatsApp— es bastante divertido y las llamadas que realizamos suelen durar hasta tres horas. Es raro que un hombre se acerque a mí y no quiera llevarme a la cama, pero él no parece tener esa intención.
Descubrí que su padre era el antiguo dueño de su empresa, pero que se casó con una mujer die años menor que él cuando Samuel y su hermana —Susy— eran adolescentes. De ese matrimonio nacieron dos hijas Carmen y Esperanza. Actualmente es bien llevado con ambas hermanas, pero no soporta a su madrastra. Lo típico.
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Concupiscencia
ChickLitSi me vas a provocar, que sea con la perversa intención de complacerme. Olivia Castro, sabe que odia el sexo más que a nada en el mundo; le da tanto asco que con solo pensarlo su estómago se revuelve. Sin embargo, para alguien que vive de la litera...