Decisiones

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#37:

Separo mis ojos en un sitio que no es mi cama. Sé muy bien dónde estoy porque no se me fueron los recuerdos de mi cabeza. Por desgracia. La verdad es que me gustaría tener amnesia y borrar lo que viví hace… no lo sé, nadie tiene noción del tiempo que lleva desmayado. Solo puedo decir que el dolor bajo vientre se fue del todo. ¿Será que perdí al bebé? La idea crea una mezcla de sentimientos en mi pecho. Es imposible no sentirse mal porque, aunque no le tenía cariño a algo que me iba a fastidiar la vida, sentí una breve conexión.

Al final la criatura no fue la causante de mis desgracias, fue su maldito padre. No me extrañaría que su bebé fuera exactamente igual. Pablo es un cáncer al que es imposible vencer. ¿Cómo pudo mentirme de nuevo? ¿Tan fácil soy de engañar? Él no me puso los cuernos con otra, o me dijo que había estudiado en una universidad de renombre cuando realmente fue a una pública, él no mintió sobre cuánto le medía o sobre si era virgen o no, Pablo Echeverría me ocultó cada uno de los detalles que tenía asumidos de él.

Es un CEO empresarial que me contrató para trabajar en su editorial mediante el nombre de otra persona. Tiene mucho de enfermo eso. Recibo solicitudes todo el tiempo para irme de la editorial Flowers, pero en ninguna de las cartas se precisaba cuánto podría llegar a cobrar. Debí sospechar en el momento en el que llegué a la empresa y me trataron como si fuera la última Coca-Cola del desierto. Todo lo jugaron para que yo cayera en sus redes como una estúpida.

Pablo nunca me quiso, ni nunca me querrá porque ya no lo necesito ni lo quiero en mi vida. Me fastidió de más. Sé que el embarazo no es culpa suya, pero el resto de las cosas sí. La píldora jamás se me olvidaba y apenas comenzó a destaparse toda su mierda acabé yo en la sala de un hospital acostada en una cama y con la vista fija en el agujero del techo. Por mucho que me joda admitirlo yo me enamoré de ese sujeto que se metía en mi cama de vez en vez, con el que fui a patinar en el pasado. Esa persona inexistente fue la que se ganó mi corazón.

Solo una persona que tiene el corazón roto sabe lo que duele este estado. Paso mi mano izquierda por mi frente, advirtiendo que tengo una vena canalizada. Me duele pensar, me duele el alma y me duele estar viva. Es casi seguro que perdí a la criatura por el enojo que sentí en aquel momento. Nunca en mi vida se me había estrujado tanto el alma, ni siquiera cuando mi abuelo falleció algo dolió de la manera que lo hizo la traición del único sujeto al que alguna vez he querido.

Bajo un poco mi mano sintiendo murmullos a mi derecha. Espero que no sea él porque tendremos una pelea espantosa, aunque yo esté tendida en una cama de hospital. No quiero verlo, no necesito que intente excusar algo que no tiene pretexto. Ahora sí puedo asegurar que me quedaré sola para toda la vida porque no puedo perdonarlo. Ya estoy cansada de esta tóxica monotonía. Llevó las cosas a un nivel tan elevado que mató a su propio hijo sin saber que yo estaba embarazada y eso es de lo que más me duele.

¿Por qué se deleita tanto causándome penas? ¿Yo le hice algo malo en el pasado? Supongo que me guardará rencor por haberme ido del pueblo. Agradezco que haya sido así porque existía una alta probabilidad de que tarde o temprano lo encontrara y terminara arrepintiéndome de esa mensajería desenfrenada que poseíamos, de los buenos momentos que acaba de destruir. Todo esto es tan nefasto que parece una pesadilla de la que no puedo despertar. Ya nada será como antes, esto rebasó todos mis límites. ¡Me mintió en mi cara!

—Oli, ¿tienes algún dolor? —La voz que viene de mi derecha es la del único hombre que me interesa tener cerca en este momento.

Samuel Hunther, ese fornido leñador con el que tantas veces esquivé una reunión de amistad, ese que me hizo reír a carcajadas y que le dio un voto de confianza a Pablo es quien se quedó. Lo peor es que él tiene tantos demonios en el alma que me odio por hacerlo sentir mal a mi lado. Sus manos pasan por mi cabeza con ternura antes de hacerme una media sonrisa. Es uno de esos regalos no pedido y la verdad es que fui una tonta al no querer mantener la amistad en su momento. No merezco a un amigo tan bueno y leal, yo no soy una buena persona porque siento que maté a mi bebé.

ConcupiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora