Para buenas vibras, cómprate un vibrador

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010:

NO ESTÁ CORREGIDO DEL TODO

Pone ─por fin─ el dichoso punto final al orgasmo. Nadie se tarda tanto corriéndose, pero a él le gusta llevar las cosas al extremo. Durante todo este rato lo único que me tocó hacer fue responder sus dudas.

«─¿Te excita que te chupen los pezones?»

«─¿Te gusta la posición de la Gran Apertura?».

«─¿En serio no sabes qué es la posición de la Gran Apertura?».

«─¿Puedes abrir los ojos para que me digas? Es solo una foto».

Fue un poco incómodo descubrir que hay algo más que el misionero en lo que ha sexo se refiere. Creí que lo que él y yo habíamos hecho en el baño había sido el misionero al revés, pero resulta que tiene un nombre especial. Así es, el señor amor tiene el Kama Sutra ilustrado en un libro junto a su computadora. Casi me dio un infarto cuando lo abrió y buscó la postura. Vale que mi actitud de cerrar los ojos no fue muy madura, es que fue más fuerte que yo.

Por suerte todo está terminado y podré irme a mi casa. No voy a negar que era excitante verlo escribir, cómo fruncía el ceño con las escenas y ese gesto inconsciente que hace de pasarse su mano derecha por su nuca cuando las cosas toman un rumbo más íntimo. Si todos los hombres escritores son tan sensuales como él entonces debería haber un programa televisivo que fuera de dos horas viéndolos.

─Creo que esto está listo, ¿quieres darle un vistazo final? ─inquiere.

El tono que usa me demuestra que lo hace desde un punto de vista profesional. Para lo muy observador que es creo que no se dio cuenta de lo mucho que las pulsaciones se me aceleraban con sus vocablos eróticos.

─No, no, gracias. ─Me niego rotundamente a volver a leer el inicio o tendré un orgasmo mental─. Envíaselo a Macbeth y el lunes comienzo con mi capítulo.

─Ahora mismo lo haré ─responde.

Acto seguido abre una pestaña que tenía minimizada. En ella se ven millones de correos spam sin leer. La publicidad es el cáncer del siglo XXI. Su vista se detiene en uno en específico y lo abre. No tiene nada escrito, solo un documento adjunto que me luce como importante. Él me ve con una sonrisa ante mi curiosidad.

─Son mis alumnos, Marcos siempre está rezagado con las entregas, lo que lo mantiene en mi aula es que es muy bueno.

Enarco una ceja en su dirección. Me dijo que era filólogo, no profesor así que o la primera vez me engañó o lo hace ahora.

─No me mires así, me gusta la pedagogía y cuando me gradué me ofertaron dar clases en una escuela nocturna ─comienza a explicar. A mí no debería interesarme esto, aunque lo haga─. La primera vez que nos vimos hice alusión a tus libros y mis clases.

─Oh, fue por eso ─digo asombrada y echándome para atrás en la pequeña silla que sacó del lavado para mí─. Pensé que eras estudiante aún.

Él no hace nada, solo enviar una respuesta de correo que dice: recibido, muchas gracias. Supongo que a esto le dedicará la noche. Yo me centraré en escribir un capítulo de la historia de fantasía a la cual titulé Deseo para Pascuas. Está sujeto a cambios, aunque por ahora se ajusta bien a mi trama. Si luego hay que variarlo ya eso se verá. A Marchetti pareció gustarle ya que le dio un pulgar arriba en la mensajería del WhatsApp.

─Si quieres, un día de estos te dejo pasar para que me veas dar clases. ─La voz de Pablo me saca de mis pensamientos─. Da gusto, el catalán se me da muy bien.

ConcupiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora