007.
─Para ser una mujer que vive sola, comes más que yo.
No puedo enojarme por la verdad y Pablo tiene un punto, lo único que no sabe es que me pago un gimnasio donde quemo la mayoría de las calorías que consumo. Es lo bueno que tiene ganar pasta publicando libros. ¿Quién dijo que los escritores se mueren de hambre?
Llegué al departamento en taxi y no voy a negar que fue extraño ver a Pablo sentado en el contén de la acera. No iba a pedirle que me ayudara con las bolsas de las compras, pero cuando una lata de tomate en pasta cayó en mi pie no me quedó de otra que solicitar su fuerza de hombre. Él cargó con todo y me dijo que en pago quería o veinte dólares o que lo invitara a cenar. Fue como dar una propina más.
Tendré que cambiarme los zapatos y lavarme el pie, eso no me ocupará más de cinco minutos. No quiero ir por ahí apestando para que todos se burlen de mí. Además, voy a una reunión con mi jefe. Le envié mis capítulos hace varios días y Pablo hizo lo mismo, no sé de verdad para qué la ida, esperemos que no sean problemas.
─Listo, me lavo la pierna, busco otros tacones y nos vamos ─comento─, ¿tienes un auto o pido un taxi? Es que no me apetece para nada conducir.
─Tengo mi auto, morena.
Él camina hasta mi sofá y se sienta sin pedirme permiso. Supongo que estará cansado después de subir con tantas bolsas. Si con solo eso se cansa no quiero imaginarlo cuando tiene que entrar la bombona de butano a su departamento. Así es, me comentó que todavía utiliza eso. Debería pasarse al gas natural.
─Aquí te espero. ─Se encoje de hombros en mi dirección─. ¿Te importa que tome una cerveza?
─Vamos a una reunión con el jefe, Macbeth te matará si llegas apestando a alcohol, como va a los A.A. no quiere que nadie en un radio de quince kilómetros beba.
─Pues no sabía eso, entonces beberé una cerveza y luego me prestarás tu cepillo de dientes, al fin y al cabo, ya probé tu boquita antes.
El cinismo y la tranquilidad con la que dice la expresión no son normales. ¿Es que a este hombre le gusta ruborizarme a la fuerza? No pretendo iniciar una discusión con él en la que le digo que me molestan sus chistes sexuales. Aplicaré la misma técnica de la escuela secundaria, ignorar y vencer.
─Si quieres tomar algo en el grifo hay agua ─respondo andando al baño─, regresaré en un momento.
•••
Estar en la oficina de mi superior nunca se había sentido tan incómodo. Ha de ser porque ni Freddy, ni el abogado, ni ningún funcionario de los que suelen trabajar aquí se encuentra presente. Macbeth no nos dejó sentarnos cuando entramos. Prometió ser breve y lo único que falló con su plan fue que su esposa lo llamó para preguntarle por ─cito textualmente─ unas asquerosas pantalonetas que tenía escondidas debajo de la cama. Salió para atender la llamada.
El trayecto fue en silencio ya que, sin consultarlo con Pablo, puse la radio en mi emisora favorita. Pensé que la putada me iba a salir bien, pero al verlo murmurar la letra de una canción de Ellie Goulding me sentí patética. ¡Trabaja en un periódico para una sección de cultura! ¡Si alguien está más actualizado que yo en el mundo de la música ese es él!
No sé para qué nos querrá mi jefe aquí. Asumo que no será para nada de Con M de mojada porque de ser así, el chico que hay a mi lado mirando fotos de gatitos en su celular, no pinta nada. Esto es para algún asunto con Concupiscencia.
La puerta detrás de nosotros se abre dándole paso a Macbeth. Se nota que perdió la pelea por su cara molesta.
─Me alegra que vinieran juntos. ─Pasa por mi lado con unos papeles en su mano─. Eso demuestra que pueden estar encerrados en un vehículo sin matarse.
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Concupiscencia
Chick-LitSi me vas a provocar, que sea con la perversa intención de complacerme. Olivia Castro, sabe que odia el sexo más que a nada en el mundo; le da tanto asco que con solo pensarlo su estómago se revuelve. Sin embargo, para alguien que vive de la litera...