Día 14: Presagio.

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Aventé las llaves y cerré la puerta de mi cuarto con el pie. Me dejé caer en la cama, viendo hacia mi aburrido techo blanco. Cerré los ojos mientras con mis dedos tocaba el dorso de la nariz y repasaba todo.

Odio mis suposiciones. Odio sentirme ansioso. Suspiré hastiado.

Tocaron la puerta y me volteé, dando la espalda hacia esa dirección. Volvieron a tocar y después abrieron la puerta.

—¿Daiki? —reconocí la voz, pero no contesté.

Daishi se quedó un momento esperando en el marco, luego escuché el débil 'click' de la perilla. Alcé la mirada y me encontré con la luna que sonreía socarrónamente. Al verla, pensé en ella, y pensé, y pensé. Me dije que ya no debería importarme, que había sido el fin y que debería aceptarlo. Nada de eso me creí.

Eres un estúpido, Daiki.

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Al día siguiente, actué como si nada hubiera ocurrido. Había dormido solamente 3 horas, pero eso me bastó para decidir volver al lugar que me pertenecía desde un principio: ser un simple y soporífero espectador.

—Tierra llamando a Mamura —me sacó de mi ensoñación Sarumaru al agitar enérgicamente su mano frente a mí.

Estábamos en la hora del almuerzo, sentados en un pedazo de sombra en la azotea.

—¿Qué? —pregunté indiferente; abrí la caja de pockys y me llevé uno a la boca.

—¿Que por qué no fuiste a la fiesta? —resopló.

Recapitulé lo que me habían contado hace unos minutos. Anteayer le hicieron una fiesta de cumpleaños sorpresa al Corbata de Sushi y que hicieron no sé qué cosas y que fue genial. Agradecí, y a la vez no, el no haber ido. Realmente no me interesaba festejarle el cumpleaños a ese sujeto, pero pensé que ese tuvo que haber sido el momento en el que aventajó y terminé perdiendo.

Me dejaron varios mensajes para que fuera, pero como ese día no estaba en mis cinco sentidos, olvidé el celular. Me di cuenta de ello hasta que llegué a casa, aunque me dió tanta flojera contestarles que mejor lo dejé así.

—Porque me quedé dormido —repliqué, encogiéndome de hombros y tomé otro pocky.

—¿Ves, Inukai? Y te quejas de mí que duermo un montón y no sé qué —dice Sarumaru, haciendo unos raros movimientos con sus brazos.

—Pero él no se duerme descaradamente en todas las clases, ¿sabes que roncas como carcacha descompuesta? —le dice mientras desenvuelve una caja que traía en sus manos.

—¿Y qué? Eso es sensual para muchas mujeres —dice él con orgullo.

Inukai y yo suspiramos ruidosamente.

—¿Y eso? —cambié el tema, señalando la caja.

Inukai sonrojó un poco y mostró una sonrisa de oreja a oreja. Como no respondió, le dirigí una mirada a Sarumaru. Él alzó sus cejas varias veces y sonriente me articuló: "Tsu-u-da-nii-san".

¿Y qué demonios era eso?¿El nombre de una marca de autos?

—Me lo dió Tsurutani-san —de pronto dijo Inukai, dándome cuenta de mi gran error de lectura bucal. Destapó la caja de obento. Todo estaba bien acomodado y tenía muy buena pinta.

—Asu'... qué delicioso se ve. Matanga dijo la changa —con los palillos, Sarumaru agarró un rollo de huevo, pero Inukai le da un manotazo y quita el obento de su vista.

—¿Es de cabellos locos? —pregunté mientras Sarumaru le hacia sus dramas.

—¡Se llama Tsurutani-san! —Inukai me regaña sin razón. Pero si eso fue lo que le dije ¿o no?

Estrella Fugaz Diurna (Daiki Mamura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora