Día 21: Simplemente Ella.

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El profesor me miró detenidamente, sus ojos abiertos de par en par. Alcancé a escuchar a Trenzas murmurar que la soltara mientras se movía levemente, pero no quise hacerlo. Entonces, la sonrisa del profesor volvió a aparecer y lo único que dijo fue un simple: "Felicidades".

La campana sonó y él tranquilamente comentó que deberíamos regresar a clase, dejándonos después a solas. Trenzas se dejó de mover, manteniendo su cabeza agachada. En el momento en el que fui deslizando mi brazo de sus hombros, ella se giró y me empujó con fuerza.

—¿Qué demonios estás haciendo? ¡Eso dolió!

—¡¿Por qué dijiste eso?! —ella espetó, frunciendo su entrecejo.

No me sentía culpable de lo que había hecho, en lo absoluto. Pero no iba a decirle la verdadera razón detrás de eso.

—Cambié de opinión. Pensé que debería aceptar su idea de ser una pareja de mentira —metí mis manos a los bolsillos, apacible.

—Pero ¿por qué tuviste que hacerlo en ese preciso momento?

¿Tanto le molesta que se lo haya dicho a ese sujeto?

—A ti también se te ocurrió esa idea, ¿o no? ¿A quién le importa el momento?

—¡Ya sé! ¡Pero aún así-! —dejó la frase inconclusa y volvió a agachar su cabeza.

Se quedó callada unos minutos, luego me volvió a empujar. Sonrojé de nuevo ante el contacto y, justo cuando planeaba quejarme, su expresión me dejó sin habla. Era uno que ya había visto, pero que yo nunca había provocado.

—Olvídalo —entrecerró sus ojos como si en cualquier momento fuera a llorar—. Idiota.

Ella se fue al salón sin decir una palabra más. Yo sólo me quedé inmóvil en ese lugar, ahogando mis pensamientos y dejando escapar un largo suspiro.

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"Si lo vas a hacer, hazlo bien."

Fue lo que dijo Sarumaru mientras se preparaba en ir a casa al igual que Inukai. Ellos me dijeron que, para que funcione y sea creíble el plan, de ahora en adelante debería caminar de regreso a casa junto con Trenzas.

Es por eso que me encuentro aquí, cerca de la salida, escuchando música mientras la espero. Después de que cuatro canciones pasaron, ella apareció.

—Llegas tarde —pausé la música y bajé mis audífonos de diadema.

—¿Qué estás haciendo, Mamura? ¿No vas a irte a casa? —su forma de hablar y sus gestos eran los de siempre. Al parecer ya no estaba enojada conmigo.

—Te estaba esperando —contesté como si no fuera obvio.

—¿Eh? ¿Por qué? —frunció el ceño, realmente sin entender lo que significaba eso.

—Para que regresemos juntos a casa, tonta.

—Ah —chocó sus manos entre sí—. Ya veo. Lo olvidé, lo siento.

—Deberías al menos recordar eso —suspiré sin sorprenderme por su respuesta.

Caminamos en silencio rumbo a casa, ella estando a mi lado. Por lo mismo, se escuchaban claramente unas pisadas atrás de nosotros, deteniéndose a momentos y susurrando en otros. Sin duda, las moscas nos estaban siguiendo.

—Mamura, ¿últimamente ha sido así? —al parecer Trenzas también se había percatado de ello.

—Algo —contesté desinteresado.

Estrella Fugaz Diurna (Daiki Mamura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora