Día 27: Mi Estrella Fugaz Diurna.

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Esas eran las horas que marcaba mi teléfono cada vez que prendía la pantalla. Sólo había podido dormir unas horas, pero no me sentía cansado. Había intentado volver a conciliar el sueño escuchando música, pero las letras de las canciones desprendían la nostalgia, acarreando varios tipos de recuerdos. Entre ellos, el más doloroso que he presenciado: cuando mi madre y mi hermano se fueron de casa.

Aunque actualmente las cosas entre ellos y yo han ido muy bien. Admito que fue un duro aprendizaje, pero de alguna forma me las arreglé para salir adelante. Y lo he logrado con la ayuda de varias personas, sin embargo a quien le debo tanto es aquella chica que desde el primer día me sacó de quicio sin siquiera conocerla. Me hizo darme cuenta de la barrera mental que había hecho en contra de las mujeres, todo por el simple hecho de haber sido abandonado por alguien que amaba. Pensando que era una forma de protegerme, cuando en realidad era lo contrario. Me dañaba tanto como a las personas a mi alrededor. Si Trenzas nunca me hubiera pedido ser su amiga, tal vez ni siquiera hubiera llegado a este punto, dando vueltas y sintiéndome dichoso de nuestra cita.

Realmente espero poder compensárselo algún día.

Ya que al parecer no volvería a dormir, me levanté silenciosamente y me dirigí a mi maleta. Saqué los conjuntos de ropa que había meditado para usar en este día. No tuve la necesidad de prender la lámpara de mi teléfono ya que la luz de la mañana me era suficiente para poder ver lo que hacía. Una vez tomada la decisión, tomé un baño, me cambié y acomodé el cabello.

Hacia atrás. De lado. Con fleco. Sin fleco. Mostrando mis oídos. Ocultándolos.

—¡Mamura! ¡Quiero cepillarme los dientes! —Sarumaru toca la puerta del baño, lo cual me hace sobresaltar. Percatándome de la hora que era.

Vaya que el tiempo pasa rápido.

—Ya voy, sólo dame un minuto —contesté un poco avergonzado y regresando mi cabello a su estado normal.

Siento que voy a perder la razón. ¿Acaso eran nervios? ¿La emoción? Probablemente sea un poco de ambas. Observé mi reflejo en el espejo, tomé aire y asentí como forma de darme ánimos.

Luego de haber escuchado los supuestos consejos de qué hacer y no hacer de Sarumaru, más el apoyo emocional de Inukai, salí del cuarto hacia donde habíamos quedado de vernos. Al llegar, me apoyé en una columna cercana del lugar e intenté no fijarme en la hora. No quería que la ansiedad me consumiera.

Observé la gente a mi alrededor, el paisaje a lo lejos, cualquier detalle que me mantuviera ocupado.

—¡Perdón por la espera! —volteo cuando escucho la voz de Trenzas—. No sabía cómo recogerme el cabello.

Mientras ella trataba de alcanzar su aliento, la miré atónito. Llevaba sandalias, una falda que le llegaba arriba de la rodilla, una camisa ligera y su cabello recogido con trenzas en un moño.

—¿Qué pasa? —me pregunta, sus ojos fijos en los míos.

Sin saber qué palabra usar para hacerle un cumplido, porque sinceramente ninguna podría describir lo estupendo que se veía, sólo desvié la mirada y maldije por lo afortunado que era al tener una persona como ella a mi lado.

—No es nada. Será mejor irnos o perderemos el autobús —espeté y caminé hacia la salida, ella siguiéndome atrás.

Mierda, estoy demasiado nervioso.

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—¡WOOOOOOAAAAHHH! —grita Trenzas, agitando sus brazos.

Estrella Fugaz Diurna (Daiki Mamura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora