Día 19: Ouverture.

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Pasaron un par de días y Trenzas cumplió con su palabra. Durante los próximos, me fui dando cuenta que ella y el profesor habían vuelto a sus roles anteriores, como si nada hubiera sucedido entre ellos.

Ahora ella tendía por mirar hacia la ventana o hacer garabatos en su cuaderno cada vez que nos tocaba la clase de Historia. Cuando tenía que mirar hacia el pizarrón, parecía que se concentraba en cualquier otra cosa que estaba en su campo de visión menos en el profesor. Mientras ella se esforzaba en dejar en el olvido a esa persona, yo me limitaba a observarla. Tal vez esperando a que en algún momento me devolviera la mirada.

Un viernes por la tarde, después de clases, mi padre me preguntó sobre qué es lo que haría el domingo, lo cual me hizo mirarle confundido.

—¿Tenemos algo en especial ese día? —saqué el jugo de naranja del refrigerador y me serví en un vaso.

—¿Eh? —parpadeó él y fruncí el ceño—. Daiki, tu cumpleaños es el domingo.

—Ni sabe en qué día vive —balbuceó el mocoso, riéndose entre dientes mientras seguía haciendo su tarea en la pequeña mesa de la sala.

Sin dar crédito a lo que me decían, miré a lo lejos el calendario que estaba pegado a un lado del refrigerador. Mierda, ¿ya estábamos por esas fechas?

Ni siquiera me acuerdo de qué es lo que hice el año pasado en mi cumpleaños. Sólo recuerdo....

—¿Qué te parece si vamos a comer en Tsukiji? Hace mucho que no visitamos ese restaurante que te gusta —dijo mi padre, doblando la revista que se había comprado de sudokus—. Es más, ¿por qué no invitas a Yosano?

Al mencionar su nombre, bebo mal el jugo y comienzo a toser. Sólo fue una coincidencia, no es que me haya leído la mente.

—¿Por qué a ella? —le pregunté carraspeando con fuerza para dejar de toser, aparte de intentar de aclarar mi mente.

—Pues se ve que ustedes se llevan muy bien —dijo mientras seguía escribiendo y tachando números en una esquina de la revista—, pero es tu cumpleaños así que tú decides a quién quieres invitar —sonrió con amabilidad.

—A mí me cae bien, a pesar de ser un poco torpe —se recostó en el suelo Daichi, teniendo el lápiz entre su nariz y boca.

—Daichi, no digas eso. Yosano es una buena persona.

Ambos, de cierta forma, querían que la invitara. Pero por alguna razón, las palabras "está bien, le preguntaré" no salían de mi boca. Sólo desvié la mirada, colocando mi mano en el cuello.

—Por cierto, ¿podrías ir a la tienda a comprar unas cosas? —se levantó y sacó dinero de sus bolsillos—. Dejaré que tu elijas qué tendremos de desayuno para mañana.

—¡Yo también quiero ir! —se levanta el monstruo con rapidez cuando estaba abriendo la puerta.

—Oh, no. Tú te quedas a terminar la tarea que todavía te falta—con la quijada, mi padre le señala a Daichi que se vuelva a sentar. Él lo hace de mala gana, pero vuelve a retomar lo que estaba haciendo.

Me dirigí a la tienda en completa calma. Estando a sólo unas cuadras de llegar, no pude creer lo que estaba viendo. Trenzas caminaba en sentido contrario al mío, aún con el uniforme puesto. Lo más extraño era que la calle donde estábamos ni siquiera estaba cerca de la escuela y eran pasadas de las siete. Sacudí mi cabeza, pensando que había sucedido lo mismo cuando ella había faltado a clases. Pero no, era real.

—Ey, ¿qué andas haciendo por aquí?

—Mamura —me miró sorprendida—. ¿Qué haces aquí?

Estrella Fugaz Diurna (Daiki Mamura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora