No puedo dormir. Estoy teniendo un ataque de ansiedad. He cerrado todo a cal y canto porque mi cabeza no deja de escuchar movimientos, ramas romperse y el estridente ruido de los insectos. He tratado de todo. Puse mis canciones favoritas, me he tomado una manzanilla, he terminado fumándome medio paquete de tabaco y sigo con el pensamiento de que no estoy segura aquí donde estoy.
Estoy sentada como los indios sobre la cama, casi tirándome de los pelos con un dolor punzante en mi corazón mientras Daniel duerme a pierna suelta gracias al alcohol. Que envidia.
Trato de respirar lo más pausadamente posible, pero cada vez que tomo aire todo mi cuerpo tiembla.
Pensé en el remedio que solía usar mi abuela conmigo cuando me ponía así. Leche caliente con miel.
Encendiendo la luz de mi lamparita de noche y de la habitación salí del pasillo hacia la cocina, encendiendo todas las luces a mi paso. De normal, la oscuridad no me daba miedo, pero aquí me ponía los pelos de punta , es como si supiera que en el fondo oscuro del bosque había una bestia acechando mis inseguridades.
Mis pasos se escuchaban mucho más a estas horas. Sufría en silencio deseando no despertar a Daniel, suficiente le dolería la cabeza cuando volviese a este mundo.
Preparé mi leche, poniéndola tan caliente que en el primer sorbo me quemé los labios. Así que la dejé reposar mientras la miel se disolvía en ella. Me quedé mirando la taza unos segundos. Cuando escuché el característico crujido de los escalones del porche.
Me giré con cara de pánico, otra vez, otro escalón. Era tan pausado que dudaba mucho que fuera un animal.
Gritar no era una opción, ni hablar. Si alguien me quería sorprender yo también lo haría.
Agarré un cuchillo de carne y a paso lento me acerqué a la puerta principal, la cual sonaba como si estuvieran toqueteándola. Con mucha delicadeza abrí la primera puerta que era la mosquitera. Tomé aire profundamente y abrí de un portazo la de madera. Escuché como alguien había caído al suelo tras ella y sin pensarlo me abalancé sobre él con el cuchillo en alto.
—¡Lys! — Al momento no reconocí la voz, solo cuando la luz de la cocina me dejaron ver sus ojos negro y la cara de susto que tenía volví a respirar al borde de las lágrimas.
—¡Idiota! ¿Qué estabas haciendo, eh? — Le eché en cara mientras él me miraba con los ojos como platos, sujetando mi mano armada.
—Dejaba una carta de la fábrica, me traen la correa en 15 días, ¿Ibas a apuñalarme? — preguntó atónito, mientras yo me sentía estúpida por haberme visto manipulada por mi propio miedo.
—No estoy teniendo una buena noche.
—Solo te diré que son las siete de la mañana, y traes una cara de no haber dormido nada, así que, levántate de encima y deja ese cuchillo lejos de mi. — dijo calmado, de una forma tan pausada que rápido empecé a moverme, volviendo a entrar a la casa donde lancé el cuchillo con agotamiento.
Por lo pasos y el sonido de la bisagra sabía que Thomas me había seguido. No quise ni mirarle. Me sentía ridícula.
—Perdona, no he sabido controlarme. — dije bajito, mientras el chico tomaba asiento a mi lado viéndome tomar con calma mi leche.
—¿Qué te ocurre? Sabía que tenías carácter, pero no que fueras tan impulsiva, quien lo diría. — ¿Era una broma? ¿O estaba asombrado? Lo miré a los ojos, sabía que debía tener un aspecto horrible después de dos noches sin dormir, estaba volviendo a pasar.
—Es solo una mala racha, y este puto bosque no me ayuda en nada.
—¿En que te afecta el bosque? Son solo plantas.
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Lunas Cruzadas
Mystery / ThrillerEn Luminaria, donde las sombras danzan con la luz, cada ciudadano guarda un secreto en los pliegues de su alma, y las verdades se entretejen en la penumbra de sus destinos entrelazados. "¿Puede el amor, como un cigarro encendido, desafiar la oscura...