Capítulo 3 Verde esperanza letal

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Disfrutaba de los últimos sorbos de mi café en la tranquila cafetería de Luminaria cuando mi teléfono sonó con la llamada de Theo. La excitante noticia de que ya estaba en la ciudad llenó nuestra conversación de risas y anticipación, por fin, después de tanto tiempo. Después de colgar, salí al exterior, donde los rayos del sol pintaban de oro las calles.

Con una sonrisa de oreja a oreja, analizaba mi alrededor, a la gente. Hasta que la ví, con aquella melena rojiza mientras hablaba por teléfono, no pude evitarlo, quería escuchar su voz y no dudé en chocar mi hombro contra el suyo, quizá demasiado brusco.

—Mira por dónde vas, pelirroja —dije con una sonrisa traviesa, disfrutando de ver como está se giraba hacía mí con cara de pocos amigos.

Inicialmente sorprendida por el impacto y algo tambaleante, me miró con incredulidad antes de gritarme.

—¡Fíjate tú, gilipollas! — No pude evitar reírme al escucharla. Deleitado por la diabólica mujer que tenía frente a mis ojos.

Después de ese provocador choque, cuando Lysandra me espetó un insulto juguetón, algo en mi interior cambió. Escuché su nombre a través del teléfono, ese nombre que había estado buscando durante tanto tiempo: Lysandra. Un escalofrío de realización recorrió mi espina dorsal, y por un momento, el mundo a mi alrededor pareció ralentizarse.

Me llevé un cigarro a los labios, encendiendo la llama con gestos precisos. Inhalé profundamente, dejando que el humo danzara en el aire antes de liberarlo con calma. El sabor amargo y familiar llenó mis pulmones, mientras mi mente seguía repasando el encuentro con Lysandra.

El humo se mezclaba con el aire dorado de la tarde, y mi expresión se volvía pensativa. El nombre resonaba en mi mente, y la certeza de que mi búsqueda estaba llegando a su fin me impulsaba. Con cada bocanada de humo, sabía que la partida se estaba volviendo más intrigante, y la presa estaba justo frente a mí, en este tranquilo pueblo de Luminaria.

Caminé hacia mi casa, donde Derek me esperaba con su sonrisa característica. La casa estaba silenciosa, desordenada por el caos que tuvimos anoche celebrando que posiblemente, empezará el comienzo de nuestra rebelión contra los lunáticos.

—¿Cassian, mi amigo? ¿Qué te trae por aquí tan contento? —preguntó Derek, manteniendo su tono tranquilo y jovial.

—Derek, la vi. A Lysandra. Está aquí, en Luminaria. No podemos perder la oportunidad de conocerla más de cerca y descubrir su conexión con Malach.

Derek asintió con complicidad, entendiendo la importancia de la situación.

—Lo sé, Cassian. Pero recuerda, no podemos subestimar a Malach ni a su legado. No sabemos qué secretos guarda esta muchacha.

—Lo tengo presente, Derek. Pero necesito respuestas. Si es la clave para desentrañar el misterio de Malach, debo acercarme a ella.

Derek sonrió y puso una mano reconfortante sobre mi hombro, era como mi hermano, mi confidente.

—Ve con cuidado, amigo. Pero recuerda, ve con cabeza, no jodas esto con tu impulsividad. —Me reí divertido con sus palabras, mientras me iba quitando la ropa en dirección a mi armario.

—Yo jamás jodo nada Derek, avisa a los chicos, hoy cenamos en el italiano.

Con un andar sigiloso, salí de mi hogar y me interné en el bosque, un territorio que conocía como la palma de mi mano. Me movía con gracia, con la certeza de quien ha recorrido ese camino innumerables veces. Mi mirada se deslizaba de un lado a otro, atenta a cualquier indicio de presencia.

Finalmente, llegué a la casa rural donde estaría viviendo Lysandra, me oculté en las sombras, observando desde la distancia entre los árboles que me cubrían con su maleza. La quietud de la tarde se vio interrumpida por sonidos extraños que provenían de la bodega, pasos, crujidos. Sentí intriga, no sabía bien que ocultaba ese sitio, estaba listo para investigar, pero antes de dar un paso, noté la presencia de Lysandra.

Lunas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora