Lunas Cruzadas

Capítulo 16 La historia es mentira

No me había atrevido a salir de casa de Cassian hasta que mi cuerpo no estuvo en plena forma, me estaba acostumbrando al entumecimiento de mis articulaciones y era algo que no podía permitirme. Días donde trataba de sanar mis heridas, cual loba herida. Alejada de todo estímulo externo. No sabía nada del mundo más allá de la ventana de su habitación donde cada noche salía a fumar, observando la Luna.

Pero las dudas sobre mi condición de lunática y su conexión con Luminaria se apoderaban de mi mente cada hora que pasaba. ¿Era está la razón por la que mi madre me separó de mi pueblo natal? ¿Ella lo sabía? Una angustia creciente se arrastraba en mi pecho, envuelta en la incertidumbre de lo desconocido. Mis emociones se tornaron dramáticas, anhelando desesperadamente conocer la historia de Luminaria para desentrañar los hilos que tejían mi propia existencia. Necesitaba conocer. El misterio y la ansiedad se entrelazaban, creando un torbellino emocional mientras buscaba respuestas en aquel lugar cargado de secretos.

Aunque la curiosidad me consume, la sombra de la incertidumbre y la preocupación en la mirada de Cassian cuando pedí ir a la biblioteca a solas me hizo titubear, creando un dilema emocional en mi interior mientras sopeso el impulso de explorar con la necesidad de cuidar las conexiones importantes en mi vida.

Con determinación palpable, me dirigí hacia la biblioteca de Luminaria. Al llegar, me quedé ante sus majestuosas puertas, observándolas detenidamente. Eran imponentes, enmarcadas por detalles tallados que contaban historias olvidadas. La oscuridad que las rodeaba parecía albergar secretos susurrados por los volúmenes acumulados a lo largo de los años.

Las puertas, macizas y enigmáticas, parecían contener un conocimiento ancestral que anhelaba ser descubierto. Cada talla en la madera era como un testimonio silente de los secretos que aguardaban en el interior. La majestuosidad del lugar emanaba una especie de magnetismo, atrayéndome hacia la promesa de respuestas que yacían entre las estanterías llenas de libros gastados por el tiempo. Con un suspiro, me aventuré hacia la oscuridad interior, ansiosa por desentrañar los misterios que aguardaban en la biblioteca de Luminaria.

Al adentrarme en la biblioteca de Luminaria, me envolvió un silencio profundo, sólo roto por el suave crujir de mi propio paso. La luz se filtraba a través de altas ventanas, creando un juego de sombras que danzaban sobre las estanterías llenas de tomos antiguos. El lugar era impecable, como si el tiempo se hubiera detenido en aquel rincón olvidado.

Cada estantería sostenía tomos con lomos desgastados, como pergaminos que guardaban los suspiros de generaciones pasadas. El silencio resonaba, pero a medida que mis ojos recorrían las letras impresas en las páginas amarillentas, los gritos mudos de Luminaria parecían cobrar forma. Los libros, testigos silenciosos de su historia, emanaban un eco de sus emociones atrapadas en las páginas, revelando sus secretos a través de palabras inmóviles. En aquel rincón iluminado por la tenue luz, el conocimiento antiguo susurraba sus relatos, tejiendo un tapiz de misterio en cada estantería.

Entre los estantes repletos de historias locales, rebusqué con determinación, deslizando mis manos entre los tomos polvorientos. A punto de rendirme, mi mirada se detuvo en un libro peculiar, sin letras en su lomo. Al tomarlo, sentí unas tapas que protegían un misterioso volumen sin título.

Las páginas dentro permanecían en blanco, como si la historia que encerraba aguardara a ser escrita. Mis dedos recorrieron las tapas con cautela, percibiendo la ausencia de palabras pero sintiendo la presencia palpable de algo significativo. Aquel libro sin título se convirtió en un enigma entre mis manos, prometiendo secretos ocultos que esperaban ser revelados. Con la intriga encendida, me sumergí en la lectura de sus páginas en blanco, preparada para descubrir lo que yacía detrás de aquel misterioso volumen.

Tomando un par de libros más, me sumergí en la búsqueda de historias sobre maldiciones lunares pasadas, pero la mesa se llenaba de desilusión al no encontrar nada de interés. Entre páginas que relataban acontecimientos comunes, mi atención seguía siendo atraída por aquel libro blanco, aparentemente vacío.