Capítulo 14 Rojo Carmín Sangriento

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Bajo la penumbra de la noche y la fría luz de la luna, Cassian, con manos firmes y cálidas, frotaba mi espalda y mis brazos en un intento de devolver el calor a mi cuerpo entumecido. El tacto reconfortante de sus manos contrastaba con el frío del agua que aún se aferraba a mi piel.

Después de unos minutos, noté que ambos temblábamos, pero no solo por el frío del agua. Cassian, con preocupación en sus ojos.

—Pelirroja, ¿te sientes mejor? — preguntó Cassian, sin apartar sus ojos de los míos.

—Sí, supongo. Lo siento, Cassian. No deberías estar aquí pasando por esto. — dije entrecortada, agarrándome a sus hombros donde notaba su piel erizada.

—No tienes que disculparte, Lysandra. Esto no fue tu culpa. Daniel la ha cagado, es con él, con quien ajustaré cuentas.

—No sé, quizá pude haber hecho más, y no pude... No se como Daniel ha hecho esto. — admití sorbiendo mi nariz, con las imágenes frescas de él sobre mi.

—Escúchame, no fue tu culpa. No puedes responsabilizarte por las acciones de alguien más. Daniel fue el único que actuó como un psicópata aquí.

—Gracias, Cassian. No sé qué haría sin ti. — dije agarrándome a sus palabras como si fueran mi salvavidas.

—Estoy aquí para ti, pelirroja. Ahora, tratemos de entrar en calor. ¿Te llevo a nuestra casa? — preguntó de forma delicada. Nuestra casa.

Aún temblando por la experiencia en el lago, acepté la propuesta de Cassian de regresar a casa. La noche se cernía oscura y el bosque, que antes me parecía mágico, ahora tenía una sombra de inquietud.

Salimos del bosque y llegamos a un coche que Cassian abrió con tranquilidad.

—¿Dónde está tu moto?

—Derek me la pidió. Tenía un viaje y le venía mejor usar la moto que su coche. Espero que no te importe. —La idea de un viaje cerrado en un vehículo me brindaba cierta seguridad y comodidad, algo que anhelaba en ese momento.

—No, para nada. Solo me preguntaba qué había pasado. Gracias a Derek, entonces.

—Sí, definitivamente le debo una. Pero ahora, lo más importante es que te sientas segura y cómoda. Vamos, sube al coche, y te llevaré a casa.

Asentí, agradecida por su consideración. Me acomodé en el asiento del copiloto mientras el coche arrancaba, alejándonos del bosque y dejando atrás la turbulencia de la noche con la canción de Babydoll de fondo. Aunque sabía que mi camino hacia la recuperación sería largo, me reconfortaba tener a Cassian como mi ancla en medio de la oscuridad que me rodeaba.

El coche se detuvo frente a la casa de Cassian, y cuando me disponía a bajar, él se apresuró a salir y rodear el vehículo para abrirme la puerta. Con una sonrisa y gesto protector, me ayudó a bajar del coche, pero antes de que pudiera dar un paso, me recogió en sus brazos.

—Vamos, déjame llevarte. No quiero que camines más de lo necesario.

Acarició mi espalda con ternura mientras me llevaba en brazos hacia la casa. Al entrar, noté que todo estaba en su lugar, como si el tiempo no hubiera pasado. El caos ordenado que era característico de Cassian, el ligero calor proveniente de la calefacción y algo que llamó mi atención: un par de bolsas de una tienda de ropa sobre la mesa.

—¿Compraste algo? — pregunté mirando la sonrisa de Cassian.

—Bueno, pensé que podrías necesitar algunas cosas. Derek y yo fuimos a la tienda mientras tú no estabas. Espero que te gusten.

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