Capítulo 4; Christmas eve

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Evie

Pensándolo bien, si fue una terrible decisión, el ambiente se tornaba frío por el clima exterior.

Será muy difícil calentar mi camita de nuevo, el hombre frente a mi se rasca la nuca y apuesto a que piensa lo mismo que yo.

-Pude haberte prestado el baño de mi habitación- dijo burlándose de si mismo, fue un reflejo el romper la puerta.

Yo también pensé en hacerlo, jamás se me ocurrió que había otros baños en un edificio de doce pisos ¿Porqué habría otros?

-Pude haber esperado cinco minutos- no, no podía y eso era obvio, mi vejiga y cerebro no se llevaban bien.

Un silencio reinó entre nosotros antes de volver a mirarnos y soltar una carcajada.

La escena era demasiado aleatoria y extraña para ser verdad, alguien llega a vernos y se sentirá mareado.

-¿Quieres bajar por un poco de chocolate caliente?- preguntó algo nervioso- Iba hacía allá antes de que me encontrara contigo y tu... Ya no tuya, puerta.

-Me encantaría- dije antes de ponerme zapatos y caminar detrás del hombre hacía el ascensor, por algún motivo me había olvidado del pequeño pero importante detalle- ¿Qué hay de mi puerta?

No puedo irme así, mis cosas preciadas están allí.

-Espera- lo vi caminar hasta el lugar donde seguía la puerta de madera tirada en el suelo, la levantó y la acomodó junto a la pared, tomó las llaves junto a la mesita y me las entregó.

Volvió a tomar la puerta y la acomodó de manera que quedara cerrada, parpadee observando lo que había hecho, parece bastante fácil desde aquí.

-¿Gracias?- le pregunté dudosa, había una risita queriendo salir de mi interior, me convertía en risas apenas lo veía.

-No es nada, yo la rompí con gusto- estuve a punto de reírme cuando el ascensor fue abierto por un par de hombres en overol.

-Venimos a pegar una puerta rota- el primer hombre mascaba chicle de una forma ultra fastidiosa, el otro solo se limitaba a existir con cara amarga.

-Oh si- le indiqué al hombre que parece sacado de una película, y en el momento justo en que le señalé la puerta esta cayó al suelo rompiéndose en dos.

-Eso no se pega- el hombre frunció las cejas con enojo- ¡Está en pedazos!
¿Porqué los hombres franceses son tan enojones? ¡Es navidad!

-¡Pues ve y trae una que esté completa!- el piloto tampoco se queda atrás, conmigo es todo sonrisas y bromas pero cuando habla con los franceses se vuelve uno de ellos.

El hombre nos dio una mala cara antes de volver por donde vino, su acompañante seguía en silencio de pie junto a la pared, era escalofriante y escurridizo.

-Tendré que quedarme aquí para asegurarme de que todo salga bien- le dije mirando al hombre en overol, su cara era un manojo de neutralidad 

-No lo creo- el piloto le dio una mirada al hombre también, su mirada estaba llena de incomodidad- ¿Qué te parece si vas por el chocolate y yo espero aquí? Cuidaré tus cosas, lo prometo. 

Era una mejor idea, sin embargo él también es un extraño para mi, aunque hubiera tirado una puerta por la urgencia de mi organismo... Pero se veía buena gente así que confiaría en él. 

-Está bien- me encogí de hombros y caminé hacía el ascensor, me dio un levantamiento de cejas antes de que las puertas se cerraran, tal vez estaba siendo muy confiada, pero el tipo no tenía cara de que roba canciones de super estrellas y las vende en internet. 

Eternal Sunshine|MV01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora