Una vida conmigo

Capitulo 8: Despedida

Desperté echa un obillo de nervios, pensando que ha sido el fin de Bug, por suerte la Nonna volvió y me abrazó con la dulsura que emana su ser.

Me presentó a una gatita blanca de ojos celestes, me pregunto como le pondria, le conteste que Deysi, la Nonna se sorprendio y me dijo que ese nombre es judio, pero que estaba bien si asi lo queria, le pregunté por Bug me dijo que está bien, que la llevarron temprano al médico.

Lo importante esque se recuperará pronto cielo, me dijo la Nonna con dulzura auténtica.

Hoy empezamos la escuela, no tengo ganas, pero prefiero estar en cualquier lugar donde no esté el ogro, siento que entre más lo evito más lo encuentro.

Revel se fue a su curso yo al que me corresponde, nada nuevo pues a presentarnos y lo de costumbre los primeros días de escuela, en receso nadie me invita a jugar, no me importa ni ganas tengo, pero veo a Revel muy feliz de jugar con sus compañeritos.

En la salida nos espera mi progenitor, nos lleva a casa, en el almuerzo le dice a Revel que se aliste para ir al negocio, la Nonna lo mira con mucha rabia, intenta disimular, pero la Nonna viene con subtítulos.

-Hilaris algún problema? Lo dice con mucho sarcasmo.
-Boris deberías entender que Revel está en proceso de aprendizaje, necesita hacer sus tareas y para ello necesita el tiempo que le llevas al negocio. La Nonna lo dice severamente.
-Hilaris mientras estos inútiles estén bajo mi techo, se hará lo que yo diga, gústele a quien le guste, pero al que no le gusta, pues que se baya a su casa, a cierto no tienes Hilaris y no buelvas a traer engendros a esta casa.

Para mala suerte de Deysi que justo estaba pasando, mi progenitor le metió una fuerte patada. – BASTA!

Grite sin poderme detener, mi progenitor se acerca a mi y con su palma abierta me tumba, el impacto de el golpe en la cara es como una descarga eléctrica de dolor brusco y agudo, que atraviesa mi piel como una cuchilla de fuego y se desliza por mis huesos con una fuerza desgarradora.

Se siente como si el tiempo se detuviera por un instante, mientras una ola de dolor intenso y pulsante se apodera de todo mi ser.

Es una sensación avasalladora que deja en mi rostro una quemazón imborrable y en mi mente una huella imborrable de shock y asombro.

Es una combinación de fragilidad y fortaleza, una lucha entre la vulnerabilidad y la determinación.

Te recuerda lo efímera que puede ser la existencia y al mismo tiempo la resistencia que reside en lo más profundo de tu ser para superar cualquier obstáculo que se interponga en tu camino.

Fueron varios golpes después de tercero perdi la cuenta, escuchaba a la Nonna decir algo, además alcanzo a ver que estaba poniendo sus brazos para protegerme, solo en ese entonces paro.
-Estúpida niña inútil y osada, eso te enseñará a respetarme!
La Nonna lo mira asombrada de la osadía, definitivamente el ogro se despertó.
-Revel ve a cambiarte nos vamos! Rápido!

Mi progenitora lo mira con enojo presente, constante y sin disimulo. En cuanto se van la Nonna me da medicina para el dolor  y un poco de hielo para la hinchazón, me pongo hacer mi tarea, reviso los cuadernos de Revel para cuando llegue, poder ayudarle con la suya.

En lo que continuo con la tarea escucho sin querer la conversación que tiene la Nonna y mi progenitora mientras alimenta a Bug.

-Ese hombre es detestable.
-Si madre, pero es el que escogí.
-Te arrepientes hija?
-Un poco, el cambiara madre ya veras, sostengo la esperanza de que así será.
-Hija mía tu no eres ambulancia de personas, debes de buscar el bien estar de tus niños, mira esta casa se cae a pedazos prácticamente, lo que le pasó Camila en Fucecchio y ahora a la pequeña Bug y ahora nuevamente Camila aquí en Montepiell, mis nietos amados no pueden escoger cambiar de padre, como tu de pareja, deviste escucharme mi Leila amada cuando te adverti de Boris. La Nonna lo dice con dulsura, aunque noto severidad en su voz.
-Lo sé madre, pero tú me dijiste que te escuchará, que tuviera a Bug, aun sabiendo lo salvaje de ese hombre.
-Hija mía, mi Leila amada, no puedes terminar con una vida que Dios te mando.
-Madre eres muy bondadosa en ayudarme tanto, te agradezco, pero también agradezco que respetes mis decisiones y me dejes vivir mi vida de esposa como se debe.
-Hija mía que dices, no están ni casados.

Cerre mi libreta con fuerza solo para que pararan por un momento, se venía una discusión fuerte y por la edad de la Nonna es mejor no hacerle pasar emociones fuertes.

En cuanto estoy pasando por el salón se escucha un crujido, la pared frente a mi se cae, la Nonna me jalo del brazo, mientras mi progenitora se alejo con Bug, tengo la suerte o talves la desdicha que la pared callera para la parte de afuera de la casa, porque en donde caia dentro de seguro algunos ladrillos me hubieran caído encima.

No daba crédito a lo grave de los sucedido, casi me muero y estoy solo con palpitos fuertes en mi pecho. La Nonna llama a mi progenitor para que contraté a alguien para que arregle la bendita pared, pero en cuanto llega dice que los adultos aran guardia por esta noche para que nadie se meta en la casa.

Muy temprano por la mañana vino un señor a poner la pared adecuadamente, mi progenitor está que hierve de irá ya que le saco unos muchos euros.

-Buscaremos una casa en condiciones mejores, me sale un dineral estar resanando esta casa a pagar por una en mejor estado.
-Porfin buscarás un lugar digno para tener a tu familia Boris.
-Si Hilaris tu lo has dicho a MI familia.
-Boris saves que la única condición que te puse es que mi madre este con nosostros.
-CÁLLATE LEILA, ESTUPIDA!

Todos guardamos silencio, la Nonna me encamino al patio con Bug en brazos, su tristeza es palpable y sin decir palabra la entendí perfectamente.

Me aferro a la Nonna con fuerza, aún con Bug en el otro brazo, sinto cómo la emoción me apreta el pecho y las lágrimas amenazan con escapar de mis ojos.

El abrazo es cálido, lleno de ternura y cariño, como si quisiéramos fundirnos en uno solo para no tener que separarnos nunca.

El aroma familiar impregnaba el aire, creando una atmósfera de despedida que nos resulta difícil de aceptar.

Con un nudo en la garganta, nos separamos lentamente, sabiendo que aquel momento quedaba grabado en nuestros corazones para siempre.