"Sucio secreto" ||Parte 4||

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Gimo cuando él rompe nuestro beso, pero me calmo cuando veo que simplemente está dejando la caja de herramientas sobre el suelo, lo que me da la oportunidad de cerrar la puerta del baño atrás de mí.

No hay manera de que vaya a dejarlo escapar ahora.

El Sr. Blanco parpadea y se congela por un momento, una mirada de duda destella sobre sus rasgos, haciéndome saber que parecía tener segundos pensamientos.

—Martina...

Salto sobre él antes de que pueda decir otra palabra y envuelvo mis manos alrededor de sus hombros, susurrando contra sus labios.

—Va a ser nuestro chiquito secreto. Nadie necesita saberlo. Ahora besame. Por favor.

Su mirada me perfora y se detiene otro momento antes de hacer lo que pido, darme el mismo beso duro y hambriento como antes. Sus manos vagan por mi espalda, luego agarra mi culo y lo recompenso machacando mi pelvis contra la suya. Su erección se establece fácilmente contra mi montículo, mi vagina gritando por ser llenada. Estoy más allá de caliente, estoy en llamas.

Quiero que tengamos sexo hasta sacarme los sesos, dos veces.

Lo libero por un momento y lo empujo hasta que está sentado sobre el inodoro. Ahora que hice espacio para montar a horcajadas sus muslos, ruego por lo que quiero.

—Tocame.

Necesito sus manos sobre mí más de lo que necesito respirar.

Su atención está fijada en mi pecho y no parece que se vaya a moverse pronto. Agarro sus manos, esas manos callosas por el trabajo, y las pongo sobre mis pechos, los pezones empujándolo. El Sr. Blanco deja salir un gemido bajo, sus palmas cubriendo mi carne amplia agradablemente. Me aprieta.

Bueno y duro, alternando, amasando y jugando. Dándome un poco, pero ni de cerca lo suficiente.

—Quítatelo. Quiero sentirte sobre mi piel —Su voz es profunda, casi gruñendo.

También lo quiero.

Antes de que pueda rogar, saca mi top sobre mi cabeza y su mirada parece quemar cuando me ve por primera vez en topless. Como un adicto que hubiera sido privado por mucho tiempo y de repente le ofrecieran una solución. Acuna mis pechos otra vez, sus dedos rodando y pellizcando mis pezones.
Gimo, el placer disparándose a través de mi cuerpo, estableciéndose alrededor de mi vagina. Que se sentía tan malditamente bien y me aprieto contra su erección, el bulto ajustándose contra mi montículo.

—Lamelos. Chupalos. Por favor.

One Shot's ||Jortini||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora