🎪Chapitre XIV🎪

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Estoy dentro de mi clase de terapia oyendo la voz lejana de la terapeuta. Miro a mi lado la silla vacía de Klaus y un sentimiento amargo me consume al saber que ya no volverá a mi lado. Miro más allá, y ahora me topo con el espacio vacío de Morgan. No había venido hoy y obviamente la terapeuta no preguntará nada al respecto, ya que todos en este lugar estaban bajo la merced de Roger, Morgan y Jakob, y con una sola petición de éste, sería más de suficiente.

Soltando un suave suspiro, observo detrás de la terapeuta en donde se reflejaba el exterior del pasillo desde la ventanilla en la puerta. Logro vislumbrar como tres siluetas conocidas deambulan por ahí y con los puños apretados sobre mi regazo los analizo.

De repente, una ovalada figura se atraviesa por mi campo visual y perdiendo de vista a mis objetivos, alzo la mirada topándome con la expresión fastidiada de la terapeuta.

—¿Ocurre algo con la puerta, señorita O'Day?

—Sí, está abierta—musito con indiferencia.

Ella se gira malhumorada y camina hasta la esquina para cerrarla dándome la espalda.

La clase continúa y cuando ésta por fin acaba, salgo al pasillo dando un cansado suspiro. Voy hacia la cafetería y tomo mi desayuno antes de sentarme sola en una de las mesas. Observo hacia un lado, en donde los chicos del circo acostumbraban a comer y no los encuentro. Y todo este fin de semana no lo haré. Estarán escabulléndose de la presencia de Scarlett. Solo para protegerme. Si tan solo yo pudiera hacer lo mismo con ellos.

Juego con mi comida escaneando los asientos a mis costados, donde solían sentarse Hannah y Klaus. Y que a pesar de que estuviera sola y sin ellos, lograba sentir su presencia comiendo conmigo.

Todos me observan como si estuviera más loca de lo que ya estaba y me pongo de pie dejando mi desayuno a medio comer sobre la mesa.

Voy hacia mi habitación y me recuesto en mi cama sintiendo la soledad dentro de estas cuatro paredes. Annie tampoco estaba aquí. Todos estarían fuera de radar durante la estadía de la señorita Viconti.

Escucho como alguien toca a mi puerta y soltando un quejido, me pongo de pie. Muevo el pomo y del otro lado logro divisar la figura de la doctora Müller vestida como civil. Mi reacción fue fruncir el ceño debido a su sorpresiva aparición en mi umbral.

—¿Doctora Müller? ¿Qué la trae por aquí?—murmuro un poco confundida.

Ella me regala una suave sonrisa, y no sabía si eran ideas mías, pero presentía un extraño trasfondo en ella.

—Quería venir a saludarte por última vez—contesta para mi sorpresa.

—¿Última vez?—repito aún más confundida.

Sus ojos brillan detrás del cristal de los anteojos antes de agachar su cabeza.

—¿Tienes alguna otra terapia? Me gustaría beber algo contigo en la plaza antes de irme—sus mejillas se llenan al ensanchar una dulce sonrisa.

—Claro—acepto cerrando la puerta y yendo con ella hasta la plaza.

Tomamos asientos en uno de los bancos vacíos luego de buscar un poco de café y ella se mantiene un largo rato en silencio observando como los pacientes y enfermeros deambulaban a nuestros alrededores.

—¿Se irá del psiquiátrico?—decido romper el silencio sin verla.

Ella da un casto sorbo a su vaso antes de suspirar y asentir con la cabeza.

—¿Por qué?—musito con un poco de dolor atacando mi vientre.

¿Por qué todos se van?

—Creo que ya es momento—contesta en un tono de voz pensativo.

The Secrets Of The Circus  [Bilogía Circus #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora