The Secrets Of The Circus [Bilogía Circus #2]

🎪Chapitre XXII🎪

Estoy de pie frente a un hombre que atrapó Isaac, el cual era uno de los sujetos que merodeaba el área de la piscina el día del asesinato de Klaus.

El hombre estaba atado a una silla mientras que Isaac permanecía de pie a sus espaldas mientras aprieta los hombros del sujeto con una maliciosa sonrisa.

No puedo evitar observar a Morgan con una mueca y él solo se limita a encogerse de hombros y posarse frente al hombre que se movía desesperadamente tratando de quitarse la mordaza de la boca.

Isaac le baja el trozo de tela y el sujeto comienza a suplicar por ayuda. Morgan lo observa con detalle como si fuera una pobre criatura.

—Por más que grites nadie será capaz de oírte—le advierte Morgan caminando de un lado a otro.

—¿Qué quieren de mí? ¿Quién coño son ustedes?—brama el sujeto completamente agitado.

—Eso no te interesa. Lo único por lo que deberías preocuparte ahora es para que no te mate—una cínica sonrisa se esboza en los labios del azabache.

El guardia trata de calmarse y solo lo escucha atentamente.

—¿Qué quieren?—accede al notar la amenaza en la voz de Morgan.

—Tu jornada de trabajo es de 4:00 p.m. a 12:00 a.m. En el área de la piscina, cerca del cobertizo en donde murió uno de los esclavos de la mansión de Derek Swokoski y éste mismo entre las horas de las 6:00 p.m. lo que me deja en claro que tú lograste presenciar todo. Contando, con quien habló antes de llamar a Anastasia—Morgan me señala y me encojo en mi esquina realizando a la perfección mi papel de espectadora.

El hombre abre ligeramente sus labios y solo nos analiza de uno en uno sin dar una respuesta. Isaac se exaspera y lo agita por los hombros para obligarlo a hablar.

—¡Dilo de una maldita vez!—le exige el de orbes grises con cierto acento de desesperación.

Morgan alza su mano en dirección a Isaac para que se detenga, y éste capta su orden soltándolo bruscamente de golpe.

—Deja que hable—le exige su superior.

El hombre no es capaz de alzar la cabeza y solo niega mientras aprieta los puños que estaban atados a los costados de la silla.

—Mejor máteme—le susurra antes de verlo fijamente—es mejor que me mate usted antes de que lo haga él.

Se mueve un poco desesperado y Morgan frunce ligeramente el ceño.

—Nadie se enterará de que lo dijiste—aclara Morgan y el sujeto dirige sus desorbitadas pupilas en mi dirección antes de volver a negar.

—Él lo ve todo en todos lados. Sabe hasta el más mínimo detalle de mí y de todos ustedes. No me sorprendería de que ya estuviera enterado de que estoy aquí—farfulla con vacilación—máteme. Máteme antes de que él lo haga.

—¿A qué le tienen tanto miedo?—se burla Morgan.

—Después de ella—me señala con la cabeza—usted será el siguiente, señor Hampson.

Eso me provoca un fuerte escalofríos y Morgan se inclina hacia el hombre analizando sus palabras.

—¿Así que sabe de mí?—repite Morgan acariciando su barbilla.

—Mucho más de lo que se imagina.

—Ya sé quién es—musita Morgan provocando una gran sorpresa en cada uno de los presentes.