𝑻𝒖𝒔 𝑶𝒋𝒐𝒔 ☾︎ᴍɪᴀ ᴄᴏʟᴜᴄᴄɪ☽︎

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☆|  M I A

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Empezó a quitarme la camiseta y a besar mis pechos por encima de la ropa. Notaba su larga lengua recorrer mis pechos y parte de mi abdomen.

Entre jadeos y besos termine desnuda delante de ella, iba a seguir cuando le pare.

—¿Qu-que pasa, princesa?—dijo con la voz entrecortada y con un poco de sudor en su pelo.

—Desnudate tu también.—ordene y me miro con una sonrisa picara.

—¿Por qué no me desnudas tu? —me susurro haciendo que mi sonrisa se hiciera más grande.

Empezó a besarme, mis manos fueron a su camiseta y empecé a desabrocharle los botones con ansia. Cuando termine me apoye en el respaldo de la cama subiendo a antonella conmigo y le quite la camiseta sin separarnos de el beso.

Nos separamos por falta de aire y aproveche para desabrochar su vaquero y de un golpe quitárselo rápidamente. Verla en ropa interior frente a mi me estaba poniendo demasiado cachonda.

—Joder, rubia. Ahora vas a sentir lo que es que te follen de verdad.

Se levantó dejándome mareada en la cama, sus besos me probocavan más de eso. Vi como iba a un cajón de su mesita y se colocaba una especie de vibrador de plástico.

Se volvió a tumbar encima mía y empezó a besar mi cuello. Note como el didlo lo posicionaba en mi entrada y me tense.

—Voy a ir despacio, te va a doler al principio pero después te gustará, hazme caso. ¿Confías en mi?

Asienti y note como introdujo parte de ese didlo en mi interior, solté un jadeo demasiado rápido por el dolor. Ella lo noto y empezó a meterlo más para dentro y más despacio.

—Lo estás haciendo genial, princesa. Queda poco, ¿puedo seguir?

Asenti y note como de un empujon metió todo lo que le faltaba dentro de mi. Solté un gemido a lo que antonella sonrió orgullosa.

—¿Quieres más, princesa? —pregunto agitada.

—Porfavor...

—A sus órdenes.

No me dio tiempo a reaccionar ya que empezó a embestirme lentamente, lo sacaba y lo metia torturandome. El dolor se había combertido en placer en pocos segundos.

Mis caderas se pegaban a las suyas en busca de más placer y ella lo noto porque las embestidas fueron cada vez más rápido haciendo que mis piernas tuvieran que sujetarse a su cadera y mis manos cogían la sabana con fuerza.

—¡Dios, si! —chille cuando la morena empezó a estimular mi clitoris mientras el didlo seguía haciendo su trabajo.

Me estaba sintiendo en el cielo, la imagen de amtonella con los ojos cerrados, con sus manos en mi cintura sujetandome fuertemente para que no me fuera.

En la habitación solo estaban mis gemidos y los choques de su cadera contra la mía en el aire. Vi como la cabeza de antonella bajaba hasta mis pechos y empezaba a succionar, morder y chupar uno mientras que en el otro le daba masajes con su mano. Mis manos fueron a su espalda y la empezaron a arañar.