Camila se enjabonó mientras disfrutaba del cálido abrazo de la ducha. El aroma del jabón de vainilla la ayudó a desprenderse del tufo metálico de ese lugar, aunque poco después volvió a notarlo.
¿De dónde salía ese olor? ¿Eran las cañerías viejas? Llamaría alguien para revisarlo.
Había decidido comprar una casa antigua y esa era perfecta; una villa a las afueras de la ciudad, de arquitectura noucentista; un tesoro, una pieza de historia. Y lo cierto es que no había resultado tan cara como se esperaba.
Después de vivir ahí durante varios días se dio cuenta que su espléndido nuevo hogar, tenía algunos desperfectos. Ya le habían advertido; no te compres una casa vieja, decían. Pero ella era una persona nostálgica que amaba el arte y lo antiguo. ¿Cómo resistirse?
Durante el desayuno, envuelta en su denso albornoz y con un aromático café en la mano, volvió a notar ese olor metálico. Olisqueó el ambiente, el olor era cada vez más fuerte.
—¿Crees que se dará cuenta? —preguntó un fantasma vestido con ropas decimonónicas.
—No lo sé —contestó el otro fantasma.
Ambos miraban a la espectral Camila, cubierta arriba abajo de sangre.
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El gabinete de los horrores
HorrorMi pequeña colección de microrrelatos de terror, dispuestos como fugaces pesadillas en una vitrina. Os doy la bienvenida a mi gabinete de los horrores...