La sala de espera

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giró el pomo de la puerta con suavidad, entró en la sala de espera

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...giró el pomo de la puerta con suavidad, entró en la sala de espera.

Llevaba vagando por ahí más tiempo del que pudiera ubicar, puesto que el reloj de su muñeca se había parado hacía mucho. 

Espera un momento, ¿hacía cuanto tiempo llevaba ese reloj roto? ¿por qué no lo había cambiado?

La gran sala de espera era majestuosa, no tenía ni un detalle vulgar, ni siquiera una mota de polvo. Había sillones orejeros, mesas con libros y revistas esparcidas de manera pulcra. Se dirigió a la recepción, pero no había nadie, tan solo un un cartel que anunciaba: Espere aquí. Gracias.

Alzó la voz tímidamente:

—¿Hola?

Necesitaba encontrar a alguien, preguntarle algo... No sabía muy bien el qué. Desde luego ese lugar estaba vacío, tenía que seguir buscando. No podía quedarse ahí esperando.

Aunque le apetecía echarse una siesta en uno de aquellos sillones mullidos, pero ya habría tiempo de dormir más adelante, se dispuso a salir del lugar. En el fondo de la estancia había otra puerta, se acercó y...

...giró el pomo de la puerta con suavidad, entró en la sala de espera.

giró el pomo de la puerta con suavidad, entró en la sala de espera

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El gabinete de los horroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora