Cita

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Al llegar a su oficina ubicada en una exclusiva zona de Sicilia, lo primero que Angela vió fue un bonito ramo de flores sobre su escritorio. Ahora entendía por qué Laura, su secretaria, la recibió con una sonrisita cómplice hace medio segundo. El ramo no era extravagante ni sencillo, era perfecto. No sabía mucho de flores, pero esas eran hermosas, una mezcla de pétalos color lila y rosa muy bonita de ver. Un descanso de las típicas rosas rojas.

Sostuvo el ramo envuelto en un papel brillante rosa pálido, y tomó la nota metida entre las flores. La frase era directa:

"Sal conmigo"

No hacía falta el nombre del remitente. Sabía muy bien de quién se trataba. Una sonrisa involuntaria curvó su boca rojo intenso. Se sentía como una adolescente, con el estómago a rebosar de maripositas a causa de un detalle tan común. Podía ser común, pero no se lo esperaba de alguien como Neilan, él había resultado totalmente diferente a lo que ella esperaba del mafioso promedio: peligroso, violento, rudo, patán, mujeriego... contrario a todo eso percibía una gran sensibilidad. Se preguntaba cómo era en el "trabajo".

Sin borrar la sonrisa, salió de su oficina para hablar con Laura, pero ella se adelantó:

—¡Son hermosas, Angie! —exclamó, dando pequeños aplausos, al verla aparecer en el marco de la puerta con el ramo en las manos—. No las puse en agua porque quería que las encontraras tal como fueron entregadas. Iré por un jarrón —Angela la siguió a la cocina.

—¿Quién las entregó, Lauri?

—Un repartidor —dijo, llenando un jarrón elegante con agua—. Bueno, yo supongo que lo era, pero lo dudo; vestía un traje muy caro.

—¿Y qué dijo?

—"El señor Mancuso envía esto" y me las dió; yo pensé que las enviaba tu padrino, y dije: "que amable es el señor Bruno", y él respondió: "No, son del hijo mayor de los Mancuso" ¡Zas! Sorpresota, casi me voy de espaldas. No me esperaba este nuevo romance —le dijo con una mirada pícara.

—No tenemos un romance —explicó, metiendo las flores en el frasco.

—¿Y esto qué es?

—Sus intentos de que tengamos uno —respondió saliendo de la cocina—. Me invitó a salir ayer y lo rechacé.

—¿Rechazaste a Neilan Mancuso? —exclamó abriendo la boca de impresión.

—Si —contestó tranquilamente, al dejar el florero en su escritorio y tomar asiento. Laura la veía desde la puerta con gesto de desconcierto—. ¿Qué?.

—Tú... Me impresionas.

—Gracias, Lau, también te quiero —pegó la vista al monitor de la computadora. No tenía intención de continuar con ninguna charla relacionada al señor problema.

—¿Y ya? ¿No harás nada?

—¿Qué se supone que debo hacer?.

—Responder a la nota tal vez.

—Respondí ayer, cariño —murmuró, tecleando, centrada en el trabajo. Había recibido un correo electrónico muy esperado y también un sobre amarillo crucial para solucionar cierto problema.

—¿De verdad no te gusta ni un poquito? Es muy sexi.

—Demasiado sexi —exclamó en un suspiro—. Está buenísimo, Lau, pero tú sabes quien es.

—¿Y qué? Sólo cómetelo y ya.

—Tú no lo has visto. Algo me dice que con él no se trata de "comer y ya".

—Ya, ahí se complica la cosa —Angela asintió.

—No está en mis planes a futuro unirme a la familia Mancuso, menos a la institución. Sería como caminar directo a una jaula. Tú perderías el empleo...

Angela ● abogada de la Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora