Asesinato en el specchio dell'isola

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La última reunión había llegado a su fin. En cuestión de horas dejaría Italia; un cartucho y una última locación le separaban de un vuelo de huida que lo llevaría a un destino desconocido por un tiempo que tampoco calculaba.

Alzó la vista al cielo negro que se tragaba la ciudad. Una luna mordida y pálida luchaba por sobresalir entre las nubes grises que vencían la luz de las estrellas. Las lámparas humanas eran las que aclaraban el camino, pues los astros parecían dar la espalda a la tierra y al entramado de asuntos revueltos que sus insignificantes habitantes creaban desde el mismo inicio de su existencia. La inclinación de los vivos hacia el conflicto es nata, porque como todo lo inmerso en el universo, todos tendemos al caos.

Es lo que nos recuerda que estamos vivos.

—Eh, Gian, ¿Vienes o no? —preguntó Elio parado junto al auto del año que conducía.

—¿Mm? —sacudiendo la cabeza, volteó hacia donde la voz provenía.

—Sube, los muchachos ya están allá.

—Ah, Claro —asintió—. ¿Qué tan bueno es el lugar?.

—El mejor; te gustará. ¿Apuestas a menudo, Demontis? —le preguntó al estar ambos dentro del automóvil.

—No, pero no me subestimes —añadió con una leve sonrisa. Elio se carcajeó, y desde ese punto de salida, no dejó de hablar sobre el juego.

Riccardo observó el auto de su hermano alejarse desde la ventana alta en el despacho de su padre. Le preguntó a Gian sobre algún avance en la participación de su hermana, y obtuvo la misma respuesta de los últimos días: "Ella te avisará cuando Neilan deje de ser un problema. Espera". Pero empezaba a impacientarse. Bruno era una bomba de tiempo, no tardaría en apartarse naturalmente del camino; pero con Neilan vivo la posición de los Mancuso seguiría por encima de ellos. ¿Cuánto tiempo más esperaría Angela para matarlo?.

—Te oigo pensar desde acá. ¿Tienes dudas? —inquirió su padre.

—No. Si el viejo Demontis está involucrado, no hay nada de que dudar.

—¿Qué piensas entonces?.

—Angela.

—Hmm... ¿Por qué la quieres tanto?. Hay mujeres menos problemáticas que ella en la institución. Angela no será una buena esposa. Habla y hace más de lo que debe una mujer. Piénsalo mejor.

—Todos la han deseado desde que éramos adolescentes. Era intocable al no ser hija de una familia, pero ahora lo será, y yo la tendré.

—Así que eso es... —murmuró Dante.

—Al estar dentro de la institución le enseñarán a ser una buena esposa —su padre meneó la cabeza aún sin ser persuadido en ese asunto—. Piensa en Angela como otra victoria sobre los demás. Un enlace con Demontis nos daría más poder que el mismo Martinelli. Ambos ganamos, padre.

—Es conveniente —concordó Dante sin demasiado entusiasmo—. Pero no te quejes cuando te cause problemas.

{●●●}

—Me retiro —anunció Gian a la mesa oval salpicada de fichas y de cartas repartidas. Su corta oración levantó una sinfonía de risas y burlas por parte de los cuatro jugadores que le acompañaban.

Había perdido miles en esas dos horas. Esperaba que su cuñado le reembolsara los cinco dígitos que sacrificó por el bien del encargo. Su porción de la mesa era un desierto comparado a las torres valiosas que Elio había acumulado tras varias rondas.

Era una noche de suerte para él. Las cartas se mezclaban a su favor.

Una última alegría concedida por la casa.

Angela ● abogada de la Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora