Coartadas

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Angela llamó a toda prisa a su oficina. Neilan pidió la cuenta.

—Lau, después —cortó a su amiga cuando ella empezó a preguntar sobre su "cita" con el heredero de los Mancuso. Laura comprendió que algo grave había ocurrido y esperó indicaciones—. En mi escritorio hay un sobre amarillo, llévalo a la estación, allí te espero. Es urgente, cariño —la apremió antes de colgar.

—¿A quien llamas cariño? —la cuestionó Neilan.

—Es mujer y no diré nada más. Tengo cosas más importantes que hacer, Mancuso —declaró firmemente—. Necesito un taxi, mi auto está en la oficina —masculló tomando su bolso, levantándose de la silla.

—Yo te llevo —dijo él, caminando tras ella fuera del restaurante.

—¡No! —exclamó sin detener su avance.

—Cara no seas obstinada —la riñó.

—No entiendes, Neilan —lo encaró, girándose bruscamente —. Los americanos buscan una conexión entre todas las familias, buscan probar la existencia de la institución para usar RICO y fundirlos en la cárcel. Aún no se libran de una posible extradición, no han comprado a toda la corte. Si vas a la estación de policía conmigo hoy, demuestras que mi padre está involucrado con los Mancuso, lo que es la razón central de este crimen. Les das lo que quieren —Neilan calló, no podía discutirle algo en lo que ella era profesional—. Tú vete a casa o al trabajo, no sé. Necesito un taxi —repitió marcando el número de la agencia.

—Quiero ayudarte, angelo —susurró Neilan, tomándola por el brazo suavemente.

—Me ayudas yendo a casa —le respondió ella en el mismo tono—. Si necesito algo de tí, lo pediré —entre los dos fluyó una nube de anhelo que los aisló de su entorno mientras sus ojos conectaban. Neilan se inclinó, decidido, en busca de su boca; pero la voz de una operadora cortó el momento. Ella retomó la llamada al momento—. Buenas tardes, necesito un taxi en el restaurante... —Angela se alejó para atender el asunto que la ocupaba y también para escapar.

Estuvo a punto de besarlo, ¿qué demonios le pasaba?. Gracias a Dios esa mujer los había interrumpido.

—Hay uno cerca —le dijo aliviada, regresando a su lado—, vendrá en un par de minutos.

Llegó más pronto de lo esperado, a los pocos segundos el taxi se estacionó frente al restaurante, tomándolos por sorpresa.

—Adiós, Mancuso —se despidió abriendo la puerta del auto.

Neilan la detuvo por la cintura antes de que subiera, rodeándola con el brazo. Escasos centímetros separaban sus rostros. Le habló en un susurro áspero:

—La próxima no escaparás de mí, angelo, no importa si el jodido papa está al teléfono —la deliciosa amenaza en sus palabras caló hondo en su anatomía, descontrolando sus latidos y haciendo vibrar su centro.

—Ya veremos —susurró de vuelta, ocultando tras una sonrisa altanera las desastrosas reacciones de su cuerpo.

El tono en la voz de Angela sólo avivó más el deseo de Neilan de quebrar esa actitud provocadora a fuerza de embestidas; de hacerla rogar por más mientras la follaba duro, como merecía. Lo volvía loco de deseo. Le encantaba ese fuego que desprendía de cada gesto, movimiento y palabra de ella. Toda su existencia parecía estar hecha para seducirlo.

La abogada no podía adivinar la extensa cadena de escenarios que plagaban la mente de Mancuso mientras la veía entrar en el taxi y alejarse a gran velocidad. No era consciente de que lo había dejado ardiendo.

{◇◇◇}

A las afueras de la estación, Laura esperaba con el sobre amarillo en la mano. Angela entró a paso vivo, al ver a su secretaria, caminó directo a ella y esta le entregó lo que le había solicitado.

Angela ● abogada de la Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora