Experimento

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Advertencias. Menciones de abuso a un menor. Si es un tema sensible para ti, sáltate hasta que veas el "◇◇" a partir de ese punto es seguro que leas.

...

Las bancas de la sala estaban llenas, todos los expectadores involucrados y no involucrados en el juicio estaban sentados tras los lugares del acusador y la defensa. En el exterior se amontonaba la prensa, Angela temió que fuera para cubrir su caso, pero ningún periodista se le acercó a preguntar nada cuando entró. Sus esfuerzos de que los detalles del caso no llegaran al público habían rendido fruto, gracias también al apoyo de quien controlaba los periódicos. No quería que los hechos se manipularan por medio de posturas dañinas, como estaba haciendo el abogado defensor frente a ella. Interrogaba a su cliente abusador, y de algún modo, con gimnasia argumental, había puesto la culpa sobre la víctima, una niña de siete años. Tenía la palabra "objeción" al borde de la boca de tantas veces que la había pronunciado en medio de ese interrogatorio.

—...No me imagino qué estaría haciendo ella a esa hora tocando al apartamento de un hombre —continuó el abogado dirigiéndose a su cliente como un amigo de toda la vida.

—Lo mismo pensé yo —concordó él soltando una risa fingida.

—La señorita que lo acusa fue a usted, lo buscó, y a esa hora de la noche no se busca más que-

—Objeción —exclamó Angela. Su voz delataba la ira que le hervía las entrañas. Empezaba a necesitar una bolsa para vomitar—. ¿Hay una pregunta allí? ¿O es una charla de amigotes en la cantina?.

—A lugar —asintió la jueza—. ¿Hará una pregunta, abogado?.

—No más preguntas, señoría.

El defensor regresó a su asiento, no sin antes mostrarle una sonrisa petulante a su colega del lado acusador. La abogada se puso de pie y avanzó al estrado.

—Señor Vecchi, declaro usted que la víctima tocó a su apartamento a las siete treinta de la noche, ¿cierto?.

—Sí.

—¿Le preguntó por qué?

—No fue necesario. Ella-

—Señoría, indíquele al testigo que "sí" o "no" basta.

—Responda sí o no, señor Vecchi.

—No —espetó presionando los dientes.

—Entonces la víctima no tuvo oportunidad de decirle que estaba allí porque accidentalmente había olvidado la llave de casa antes de ir a comprar galletas, que su madre volvería hasta más tarde de trabajar y que quería esperarla en su apartamento, ¿o se lo dijo?.

—No.

—Fue imposible hacerlo mientras usted la agredía.

—Objeción —exclamó el defensor.

—Lo retiro. Al momento de su arresto, usted hizo, además de muchos otros, un comentario bastante contundente sobre las mujeres —dijo mientras caminaba al escritorio en el que estaban sus notas—. Uno de ellos se repitió más mientras lo trasladaban a la comisaría. "Todas son unas perras en busca de sexo y después de conseguirlo se avergüenzan" —leyó en voz alta—. lo dijo, ¿cierto?.

—Sí.

—¿Qué es para usted una mujer, señor Vecchi? —cuestionó caminando hacia el acusado. A un paso del estrado se detuvo—. ¿Cómo se ve una?.

—Como usted —contestó él con mofa. La abogada sonrió.

—Así es. Es evidente, ¿verdad? Mi apariencia es la de una mujer adulta. ¿Considera a Amelia una mujer, señor Vecchi?.

Angela ● abogada de la Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora