La mañana siguiente tenía un aire melancólico para Angela. Los pensamientos que incluían al protagonista de su encuentro de la noche anterior no cesaban. Una sucesión de preguntas transitaba su mente, preguntas que consideraba patéticas, pero que no podía evitar hacerse: ¿Él se detendría? ¿Se alejaría al fin? ¿Cómo la hacía sentir eso? ¿Deseaba realmente que Neilan se apartara de su camino? Las respuestas eran todas una mezcla de opuestos que le causaban un revoltijo de emociones.
No estaba preparada para este tipo de problemas, los que surgían de su mente y corazón y no podían resolverse en la corte o con las tácticas familiares. Ella no se complicaba la vida con estupideces románticas; acababa con el mínimo conflicto de esa categoría desde la primera señal. Pero con él no podía, ¡era tan frustrante!.
Para empezar, ¿de dónde había salido y por qué? ¿Quién lo llamó? De la nada se había colado en su vida, sin avisar, sin explicaciones, simplemente reclamándola para él con una seguridad irritante. ¿Cómo es que se enteró de que existía? Todo era tan extraño.
Con el ceño arrugado se adentró a la frescura de su oficina. Estaba tan metida en sus ideas que su cuerpo realizaba las acciones rutinarias por pura memoria, por inercia, mientras su consciencia flotaba muy alejada del presente.
—¿Angie? ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —la voz de Laura puso sus pies devuelta sobre la tierra. Miró el espacio en que se encontraba y se dió cuenta de que ya estaba sentada frente a la computadora revisando el correo electrónico. Su yo en modo automático la sorprendía.
—Estoy bien, Lau, yo pensaba algunas cosas —contestó a su amiga quien la veía con preocupación frente al escritorio. Fijó la mirada en la pantalla otra vez, tenía mucho que hacer gracias a la visita inesperada que recibió hace un par de días.
—Neilan, ¿cierto?
—Nada se te oculta a ti, eh —murmuró sin descuidar el trabajo.
—Nop. Eres transparente para mí.
—Es bueno serlo para una amiga que amo mucho
—También te amo —respondió ella con voz tierna—. Pero no evadas la pregunta.
Queriendo compartir un poco del peso en su mente con su amiga decidió hablar:
—Te dije que saldría con Nina anoche —Laura asintió, jalando una silla junto a la abogada para escuchar más cómodamente—, pues resulta que él estaba en su casa. Nos acompañó al club, una cosa llevó a la otra y...
—¡Follaron! —exclamó, tapando su boca abierta de asombro.
—¡No! No follamos —aclaró el malentendido rápidamente, enfatizando con exagerados movimientos de sus manos—. Sólo nos tocamos un poquito y ya.
—Así se empieza... —farfulló Laura.
—No, no voy a- —se detuvo antes de decir algo que ya no creía totalmente. No estaba completamente segura de no meterse a la cama con Neilan en el futuro. Dejaría que el tiempo la llevara a dónde debía estar—. Ya mejor no digo nada —Laura la escuchaba con una sonrisa y la mejilla apoyada en la mano.
—Ya extrañaba eso.
—¿Qué?
—Esa faceta desinteresada tuya, esa pizca de cinismo sobre la vida, ya me parecía extraño que no la aplicaras para este asunto también, lo haces en tu trabajo y lo hiciste con otros hombres —explicó, recordando las veces que la abogada se dejaba llevar dando oportunidad a sujetos para ver si acababa gratamente sorprendida... casi nunca sucedía, pero no se quedaba con la duda.
—Es cierto —respondió asombrada de esa corta exposición que su amiga hizo de su carácter—, no me había dado cuenta. No conocía esa faceta de "análisis de personalidad" tuya, cariño; pero no me sorprende, estás a meses de ser psicóloga.
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Angela ● abogada de la Mafia.
RomansaNeilan Mancuso es el hijo mayor del actual capo de la mafia italiana. Nació en las profundidades de un mundo inundado de peligro, muerte y traición, y fue criado para ocupar el trono. Cuando el heredero ve a Angela Demontis ajustar cuentas con un t...