CAPÍTULO#21

3.6K 148 23
                                    

ELIZABETH

Duele.

Fue lo primero que pensé cuando me removí, especialmente el cuello me dolía horrible y tenía mucho frío, sentía como mi cuerpo temblaba y mi garganta estaba absolutamente seca que me hacía toser sutilmente.

Me incorporé inclinándome hacia mi derecha haciendo arcadas pero, nada salió de mi boca, solo me ahogué más por lo seca que estaba mi boca, mi mente solo sabía mi nombre y que mi cuerpo reposa sobre una enorme cama desconocida.

La habitación tiene un estilo victoriano con cosas que parecen de la realeza, claramente no es mi casa y algo muy raro le sucede a mi cuerpo, la quijada me tiembla y me duele el cuerpo como si hubiera hecho ejercicio y trabajado todos mis músculos y ahora pagó las consecuencias.

-Bien, ocho horas exactas.- dijo una voz masculina.- Mi señora, bienvenida a su nuevo hogar en la tierra que la reconocerá como la Reina Morelli.

-¿Reina? - me senté sin poder acostumbrarme a la luz diurna.-¿Quién eres tú?

-Massimo, estaré a sus ordenes. ¿Necesita algo con urgencia? El señor Antonio no podrá atenderla por varios días, pero me tiene para lo que necesite, señora.

-No me llames señora.

-No tengo permitido llamarla de otra manera.

-Puedes cerrar las cortinas - se movió hacia el pequeño balcón y apagó la intensidad de la luz, mis ojos los agradecieron.- Necesito agua, mucha agua.

-Seguro.

En una pequeña mesa hay una jarra de agua y vaso, él lo llenó por mí y volvió para darmelo, se sentó en la cama y me vio bebermelo de un solo golpe, lo tomó y se me quedó viendo fijamente por un rato.

-Un paraíso en realidad.

-¿El que?

-Sus ojos, en realidad son un paraíso y podría pasar horas viéndolos pero, no me lo permiten.- se puso de pie.- Necesito que se duche, coma algo y beba un par de vitaminas, el sedante le ha caído mal por eso se siente extraña.

-Oh, entiendo ....¿Qué pasó con Derek?

-No lo sé. Dejaré un cesto de ropa para usted mientras se da una ducha, quiero ver si se puede poner de pie.

Cuando retiré las cobijas vi mis piernas rasguñadas y sucias con barro seco, el vestido de dormir que llevo está igual de sucio que todo mi cuerpo ¿Dónde había estado para ir así?

Massimo extendió sus manos hacía mí, bajé las piernas de la cama y me sostuve de sus manos. Me costó muchísimo ponerme de pie, me quejé y ahogué un grito de dolor cuando mis piernas dolieron y no puede sostenerme, tanto que volví a caerme sentada.

-Hazlo de nuevo pero, despacio.- asentí y volví a intentar ponerme de pie.

-¿Por qué carajos duele?

-No sabría decírselo señorita.- puse los ojos en blancos y me puse de pie de golpe, me apoyé en sus brazos y me tomó unos segundos acostumbrarme y caminar sola.

El baño es precioso, tiene una tina antigua, las patas que la sujetan son doradas y la llave del agua hace juego con la de las patas de la tina, hay un carrito portátil con toallas y cosas y de aseo personal.

Dejé el carrito junto a la tina, abrí la llave poniendo el agua fría para relajar los músculos adoloridos. Me despoje de toda la ropa y me metí a la tina sintiendo los músculos relajarse bajo el agua fría, apoyé mi cabeza en el borde y miré el techo vanguardista con una pintura de un cielo y bebés angeles esparcido por el techo.

Dark Romance  [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora