Capítulo 7

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                                                                          Sergio


No puedo esperar para darle a Max la gran noticia. — Grant cierra su maleta y la levanta de la cama, riéndose para sí como si estuviera al tanto de alguna broma interna. Fuera, el ardiente sol de septiembre quema a través de una ventana abierta, calentando esta habitación diez grados por encima de lo habitual—. La mirada en su rostro no tendrá precio.

—¿Aún no se lo has dicho?

Ha pasado una semana desde que nos comprometimos. El hecho de que no haya compartido la noticia con su supuesto mejor amigo me parece extraño, considerando el hecho de que va a Nueva York a trabajar una vez al mes.

Se ríe en voz baja.

—En realidad ni siquiera sabe que existes.

—Espera, ¿qué?

—Se va a sorprender, te lo aseguro.

—Estoy confundido. —Me poso en el borde de su cama bien hecha con sus esquinas remetidas y su cobertor sin arrugas. Grant no es nada sino prístino en cada faceta de su vida. Es un hombre detallista, lo que es genial, porque yo soy una mujer detallista—. ¿Por qué no le hablaste de nosotros?

—Sergio, amor... ha pasado por un verdadero infierno los últimos seis meses. Lo último que necesitaba escuchar era que había conocido al amor de mi vida y era más feliz que nunca. No quería que las visitas fueran sobre mí.

—Está bien, pero dado el hecho de que nos conocimos a causa de su accidente... no creo que compartir esa noticia con él perjudicara su recuperación...

—Está pensando demasiado en esto, joven Perez. —Está tratando de ser juguetón, tratando de aligerar el tono de este intercambio—. ¿O debería decir futura señora Forsythe?


Se acerca y se inclina para besar la parte superior de mi frente, sujetando mi rostro con su cálida mano.

—Lo conocerás el mes que viene en la fiesta. Entonces le contaremos toda la historia.

Ah, sí. La fiesta que celebra el hecho de que Max no muriera. Grant dijo que la hermana de Max es planificadora de eventos y quería reunir a todos sus amigos y familiares en una habitación, algo así como un anti funeral. Él puso los ojos en blanco ante el concepto, pero yo lo encontré brillante.

—Está bien —le digo mientras me tumbo de espaldas y pongo las manos detrás del cuello. El ventilador del techo gira lentamente, con sus aspas brillantes y pulidas. El diamante en mi dedo izquierdo se clava en mi nuca, así que reajusto mi posición—. Ojalá pudiera ir contigo.

Con la frecuencia con la que los dos viajamos a Nueva York por trabajo, ni una sola vez tenemos nuestros horarios de trabajo emparejados.

Grant está de pie a los pies de la cama.

—Lo sé, cariño. Pero no puedes perderte la fiesta del bebé de tu hermana.

The Best ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora