Max
Estoy volviéndome loco.
Me siento en la sala de estar tan pronto como Sergio se va, y tomo mi copia de El Alquimista de la mesa baja. No quería leer el libro cuando ella me lo recomendó hace dos semanas. De
hecho, un puñado de veces a lo largo de los años, lo había intentado... desesperado por saber de qué se trataba todo el alboroto, pero nunca superé las primeras páginas, porque era como una fábula de Esopo mal traducida, entrecortada y simplista en lugares.
Esta vez me abrí paso. Terminé el primer capítulo. Luego el siguiente.
Y él que seguía.
Para cuando lo hube terminado, lo había leído de una sentada, con tortícolis y las manos rígidas por mantener la misma posición durante horas.
Quizás en el pasado el mensaje del libro no me habría hecho pensar. No podía verme reflejado. No quería tomarme el tiempo de leer los párrafos erráticos para encontrar el corazón del mensaje.
Si la elección del tiempo lo es todo, este libro no podría haberme golpeado en el alma en una etapa más perfecta de mi vida. De hecho, hay muchas maneras en las que el viaje de Santiago refleja el mío. El sueño que lo persigue. Su incesante búsqueda. Su obsesión con el destino.
En mi sueño, conocía los autores favoritos de Sergio. Sabía que le encantaba Chicogo en Broadway.
No hay una explicación para eso. Dudo mucho que ella contara sin pensar su autobiografía mientras me moría en mi auto destrozado esa fatídica noche.
Pero tampoco hay una explicación para el tatuaje que falta.
Me sorprendió mirando sus muñecas antes, y por instinto las cubrió con sus mangas y dijo que tenía que irse.
Eso tiene que significar algo.
Mi teléfono suena a mi lado. Un mensaje de Grant llena la pantalla.
GRANT: ACABO DE ENVIAR POR CORREO ELECTRÓNICO TU BILLETE PARA LAS VEGAS. ME MUERO DE GANAS. NO TIENES IDEA DE CUÁNTO NECESITO ESTO.
Reviso mi correo electrónico, confirmo que el billete electrónico está allí y le envío un emoticono de aprobación.
GRANT: ¿YA LO HAS VISTO POR ALLÍ?
Me lo ha preguntado a diario, desde que cometí el error de mencionar que habíamos tomado café juntos. También mencioné casualmente que estaba viviendo en mi barrio. Ahora está empeñado en utilizarme como su par de ojos extra personal, verificando diligentemente para ver si ha habido nuevos avistamientos o desarrollos.
Me muerdo el interior del labio.
Hace dos semanas, Sergio me envió un mensaje. Hace dos semanas Victoria me habló sobre los peligros de jugar con fuego, aunque no es que necesitara el sermón. Y cada jodido día durante las últimas dos semanas Grant me recuerda su corazón roto de una manera u otra.
Por esa razón ignoré el mensaje de Sergio sobre el libro. He evitado el Atlantis como la peste. Y he ahogado mis pensamientos sobre el con cualquier cosa, principalmente trabajo.
Me convencí de que estaba haciendo lo correcto, incluso si hacía que mis entrañas se retorcieran y se anudaran, incluso si mis pensamientos se erizaban a las tres de la mañana sin explicación.
YO: LO VI POR LA ACERA HACE POCO.
No iba a invitarlo inicialmente hasta que mencionó que iba a ver Chicogo. Me hizo pensar en el sueño. En todas las cosas que sabía sobre ella que quería confirmar. Tenía toda la intención de insertar algunos de esos detalles en una conversación anodina, pero no esperaba que su visita se acortara tanto.
GRANT: ¿CÓMO ESTÁ?
Resoplo. Me imagino que quiere que le diga que parece desesperada, miserable y abatida, que es solo el caparazón de la mujer que era cuando era suya. Pero la verdad era que estaba jodidamente hermosa. Cabello oscuro brillante, ojos cafés vivos, suéter grueso sobre mallas de cuero ceñidas, y una sonrisa cautelosa que lucía solo para mí.
YO: NO LO SÉ. ¿NORMAL?
GRANT: POR CIERTO, LE DIJE QUE PLANIFICASTE TÚ EL VIAJE DE LAS VEGAS.
YO: ¿POR QUÉ MENTISTE?
GRANT: PQ NO QUERÍA SONAR COMO UN DEBILUCHO. ADEMÁS DE MI EX PADRINO Y MEJOR AMIGO DE TODA LA VIDA, DEBERÍAS HABER SIDO TÚ EL QUE PLANEARA EL VIAJE, DE CUALQUIER MANERA.
GRANT: ¿DIJO ALGO SOBRE MÍ?
YO: NO. HABLAMOS DE LIBROS LUEGO TENÍA QUE IRSE. DIJO QUE VA A VER UN ESPECTÁCULO ESTA NOCHE.
GRANT: ¿A QUÉ HORA HA SIDO ESTO?
YO: ¿QUIZÁS HACE VEINTE MINUTOS?
GRANT: INTERESANTE. CREO QUE COLGÓ CONMIGO, PARA PODER HABLAR CONTIGO...
YO: ¿QUÉ QUIERES DECIR?
Mi pregunta es estúpida. Sé lo que quiere decir. Todavía está convencido de que la tengo que "cortejar" para que pueda vigilarlo y asegurarme de que no salga con nadie mientras esté en la ciudad.
GRANT: MÁNDALE UN MENSAJE Y PÍDELE QUE PASE TIEMPO CONTIGO ESTE FIN DE SEMANA.
Dejo mi teléfono a un lado, seguido de mi copia de El alquimista, y me alejo. Grant puede ponerse realmente jodidamente persistente a veces, y no estoy de humor esta noche.
Las Vegas es la antítesis de mi tipo de lugar, pero el pobre bastardo está dolido y el deber me llama, incluso si tengo que ignorar el hecho de que afirmó que Sergio era el amor de su vida pero que aún tenía las manos en los pantalones de Serena mientras planeaba joder a Sergio simultáneamente con el acuerdo prenupcial. Multitarea en su máxima expresión.
Retiro mi juicio.
No es mi lugar jugar a ser juez y jurado.
Pero estaría mintiendo si dijera que no estoy contento de que le haya dejado.
Sergio merece algo mejor.
Se merece a alguien más como... yo.
ESTÁS LEYENDO
The Best Man
RomanceNo sabía su nombre, pero escuché su risa, probé sus labios, sentí su cálida piel cuando la sostuve en mis brazos. Juntos veíamos a nuestros niños jugando en la arena, con el océano caliente lamiendo la orilla detrás de ellos mientras el sol poniente...