Capítulo 39

77 11 0
                                    

Sergio


No dormí anoche. Si lo hice no lo recuerdo. Pasé la mayor parte de esas horas de medianoche revolviéndome el cerebro sobre todas esas cosas que él dijo sobre mí, cosas por las que divagué

mientras sostenía su mano y hacía todo lo posible para evitar que se desmayara. Pensé que, si podía escuchar mi voz, tal vez se quedaría conmigo. Así que hablé por hablar. Le conté todo lo que podía recordar sobre mí.

El hecho de que lo recordara es una cosa.

El hecho de que supiera lo de mi diente astillado es algo completamente distinto.

Nunca le hablé de eso.

Estoy cien por ciento segura.

Es un recuerdo de la escuela secundaria que no suelo mencionar, y que no compartí con Grant durante el período de nuestra relación.

No hay forma verificable de que Max pudiera haberlo sabido.

Espero hasta las siete y media antes de dirigirme a la cocina, desesperada por tomar café pero sin querer despertar a mi invitado de su sueño inducido por el licor.

Solo que no está durmiendo.

Está sentado en el sofá, poniéndose los zapatos.

—Atrapado —le digo. Max levanta la mirada.

—¿Disculpa?

—¿Ibas a escaparte de aquí y fingir que anoche nunca sucedió?

Su hermoso rostro está pintado en confusión, y se pasa una mano por el cabello revuelto.

—No recuerdas nada de anoche, ¿verdad? —pregunto.

—Lo siento. —Hace una mueca—. No.

—Conveniente. —Me encojo de hombros—. ¿Quieres quedarte a tomar un café? ¿Quizás repetir las cosas un minuto antes de salir corriendo?

—No sé si estás siendo sarcástico. Si quieres que me vaya, dilo y ya. — Se levanta, con la camisa arrugada y su cabello desordenado, y aun así, de alguna manera, todavía me deja sin aliento hasta que aparto la mirada.

—Quédate. —Mi espalda está hacia él mientras pongo café molido en la máquina plateada brillante en el mostrador de Maya.

—Sergio... —Se aclara la garganta—. Quiero disculparme sinceramente por todo lo que dije o hice anoche que te hizo sentir incómodo. Nunca me he emborrachado tanto...

—Primera vez para todo.

La máquina lo filtra todo, a diferencia de mis pensamientos o el cóctel de emociones confusas que hierven bajo mi piel.

The Best ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora