Sergio
Un año más tarde...
—¿Cuándo crees que va a soltar la pregunta? — pregunta Paola. Estamos pelando patatas para la cena de Acción de Gracias, codo con codo sobre el lavabo de la cocina de nuestra madre.
Tengo los muslos doloridos por bautizar nuestra habitación de hotel en el segundo en que aterrizamos anoche, y cuando la volvimos a bautizar esta mañana antes de irnos. La sola idea de tener que comportarnos y tener que practicar el contenernos frente a toda mi familia ocho horas era lo suficiente para volvernos locos a ambos. En casa no tenemos impedimentos y no podemos mantener las manos apartadas del otro más de cinco segundos. Hoy va a ser un desafío, pero podemos hacerlo.
—Cuando sea. —Me encojo de hombros—. No estamos apurados.
Sucederá cuando deba suceder.
Miramos hacia la otra habitación, donde mi padre y Max están en una seria discusión sobre políticas de comercio exterior en lo que se refiere a suministros de construcción. Max está haciendo lo que puede por fingir interés, aunque estoy segura de que está aburridísimo. Es dulce ver que complace a mi padre.
—¿Han hablado de ello? —Ella toma la última papa.
—No, en detalle no. Solo que ambos sabemos que sucederá algún día. No estamos preocupados en ello. —Tomo las peladuras y las lanzo a la basura.
Aunque solo llevamos saliendo por un año, Max y yo sentimos que hemos estado juntos toda nuestra vida, y sabemos y estamos seguro de que estaremos juntos el resto de nuestras vidas. Compromisos, bodas, eso son formalidades.
Decidimos concentrarnos en lo que importa: la relación.
Además, el ultimo compromiso me dejó un sabor amargo en la boca. Afortunadamente todavía no me he encontrado con Grant desde que todo terminó. Max mencionó que habló brevemente con él por teléfono después de su altercado en Las Vegas, pero que no volvió a escuchar de él después de ello. Aunque todavía le envió una tarjeta a Geogette del día de las madres, y el día que la recibió lo llamo para hablar con él una hora sobre este y aquello, y todo lo que no estaba relacionado con Grant.
Creo que entiende por qué los chicos se alejaron.
Y creo que realmente ve a Max como su segundo hijo.
Todavía tengo que conocer a sus padres. No le gusta hablar de ellos. Tengo que sacarles detalles con una pinza intentando sacar una astilla. Su hermana habla un poco más, aunque está en la hermosa y nueva etapa de la maternidad, así que evita sacar cosas del pasado.
Sonrió al pensar en Max con su sobrina, Hadleigh. La primera vez que Victoria la puso en sus brazos él dijo que no se le daban bien los bebés. Pero se sentó y ella se acomodó y los dos se volvieron mejores amigos en ese momento. Ahora, siempre que visitamos, no pierde el tiempo en tirarse en el suelo con ella y hacer ridículos sonidos y caras tontas a juego.
Para ser honesto, nunca estuve cien por ciento seguro de querer niños...
Pero ver a Max con Hadleigh envía una punzada a mis ovarios como nunca. Y luego está el sueño que tuvo después de su accidente. Dijo que tenemos dos hijos: un niño y una niña. Intento no permitirle entrar en detalle siempre que habla de ello.
No quiero saber qué viene después. Existe belleza en no saberlo.
Magia también.
—Bueno, lo que ustedes decidan —dice Paola—, solo quiero que sepas que realmente nos agrada.
—Lo aprecio. —Le doy un guiño, y no les recuerdo que también les agradaba Grant.
Grant era mi pasado. Max es mi futuro.
Él fue, es, y siempre será el mejor hombre para mí.
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The Best Man
RomanceNo sabía su nombre, pero escuché su risa, probé sus labios, sentí su cálida piel cuando la sostuve en mis brazos. Juntos veíamos a nuestros niños jugando en la arena, con el océano caliente lamiendo la orilla detrás de ellos mientras el sol poniente...