Sergio Pérez el nombre de unos de los arquitectos más famosos de Nueva York que a sus 27 años formó su propia compañía al lado de su mejor amigo George Russell. Le apasionaba su trabajo y pasar tiempo con su pequeña hija de 4 años llamada Carlota producto de su antigua relación con Lewis Hamilton. Ella era lo único que tenía desde que el padre prefiriera buscar su carrera deportiva a seguir con ellos o tener la carga de cuidar una hija. Su vida se había tornado algo monótona a tal grado que casi no convivía cómo le gustaba con la pequeña y pasaba más tiempo siendo cuidada con mucho gusto por Carmen Mundt la esposa de George que vivian en la casa enseguida a la suya.
Sergio se encontraba revisando los planos que le habían mandado del nuevo centro departamental que sería construido en la ciudad y tomaba su taza de café cuando se escuchó el teléfono sonar y llegó su secretaria.
—Señor Pérez, tiene una llamada.
—Digale que marque más tarde o tome sus datos. Estoy ocupado.
—Pero señor, es de la escuela de Carlota, su hija. Dicen que se siente mal
Al escuchar eso Sergio dejo de hacer lo que estaba haciendo y puso su taza de café en su escritorio alejada de los planos y cerca del pequeño retrato que tenía de ellos dos en sus vacaciones en la playa del año pasado.
—Habla el papá de Carlota. ¿Sucede algo?
—Buenas tardes señor, le hablamos por qué la pequeña llegó con malestares estomacales y dice que se siente mal. No sé si pueda pasar por ella.
El de pecas suspiro preocupado y volvió a hablar.
—Claro, en menos de 20 minutos llegó.
—Alice, voy a tener que salir. Avísale a George que hay una anomalia con los planos y se la tiene que mandar a Yuki Tsunoda para que lo corrija.— dijo mientras tomaba su abrigo y las llaves de su automóvil.
Iba manejando por las aglomeradas calles de Nueva York mientras veía pasar a los peatones, cada uno con diferente expresión facial, cada uno con diferentes actividades. Veía pasar parejas de sabrá Dios si casados o no tomados de la mano, algunos un poco distantes y algunas mujeres embarazadas con sus abultados vientres y por qué no; tal vez buscando un hombre también con la anomalia con la que nacio él y le permitió dar a luz hacé casi 5 años a su pequeña Carlotita.
Llegó rápidamente al edificio donde se encontraba el jardín de niños donde estudiaba su hija y entro dónde es la oficina donde estaba la pequeña sentada abrazando su mochila y con su carita triste. Sergio la observó y le dedicó una sonrisa que hizo que los ojos de la pequeña brillarán y sonriera al ver a su papá.
—Buenas tardes señor Pérez, si gusta firmar el pase de salida de Carlota al igual que mañana traiga el justificante médico— dijo la directora que era una señora rondando los 50 años demaciado amable y atenta con los niños —Adios pequeña, recupérate pronto.
—Adios señorita McDonald.
Ambos estaban en el automóvil directo al hospital escuchando algo de música, Sergio manejaba tranquilamente y Carlota cantaba la canción de Maroon 5 que salía por la radiodifusora.
—Ahora seguimos con más música, pero antes un pequeño corte deportivo. Lewis Hamilton el talentoso piloto de la Fórmula 1 acaba de liderar y llevarse la victoria en la carrera de Mónaco celebrada la semana pasada y... .— dijo la voz del locutor hasta que Sergio le cambio mientras hacía un sonido de molestia.
—¡Hey! ¿Por qué quitas la radio?— dijo la pequeña con molestia mientras cruzaba sus bracitos.
—Escucha Carlotita, no es que no me guste pasar tiempo contigo pero no puedes fingir un dolor cada vez que quieras estar conmigo. No puedes descuidar tu escuela
—Pero te extraño mucho papi, dice tía Carmen que trabajas para darme lo mejor para mí pero yo también quiero estar contigo y jugar en el parque juntos.
Sergio volteo a ver a la pequeña aprovechando que estaban en una luz roja y pudo ver la ilusión en sus ojos que mierda, eran tan iguales a los de Hamilton. Carlota tenía tanto de Lewis que dolía a veces y amaba al mismo tiempo.
—Mira pequeña, a veces los padres tenemos que hacer sacrificios que los hijos no entienden hasta cierta edad y puede que sea difícil pero prometo que vamos a pesar más tiempo juntos.
—¿Lo prometes? No quiero que te vayas como dijo mi abuela que se fue mi papá Lewis. No quiero llorar como lo hiciste tú cuando nos abandonó y me tenías en tu pancita.
—¿Cuando escuchaste eso?
—El otro fin de semana que me quede en casa le estaba diciendo a mi abuelo mientras pensaban que estaba durmiendo la siesta en el sillón— dijo riendo inocentemente la niña como si hubiera hecho la mejor travesura del mundo.
Sergio suspiro y observó a la pequeña mirar por la ventana, sabía lo extrañaba y que probablemente tenía preguntas relacionadas a su otro padre pero no sé sentía preparado para platicar sobre lo cobarde que fue al enterarse que ella venía a este mundo ni lo desastrosa e incorrecta que había sido su relación. Sabía lo difícil que había sido desde el momento que empezaron su relación, el haberse dado cuenta que iban a ser padres a tan corta edad y ambos en la mitad de sus carrera universitarias y deportiva, el luchar para estar donde estaba ahora y poder darle una buena vida a su pequeña ahora que eran solo ellos dos.
—Ahora se que no te dolía el estómago y solo querías pasar tiempo conmigo así que ¿Quieres ir a comer? Escuche que abrieron un bonito lugar.
—Si, te extraño mucho papá— dijo la pequeña mientras aplaudía con sus manos.
Sergio condujo a ese lugar que le había recomendado , uno de los practicantes que tenía. Un lugar donde vendían comida para ambos.
—¿Hay helado?— la pequeña vocecita de la menor lo saco de sus pensamientos.
—Claro que debe haber helado, corazón. Si no hay ahí te prometo que te llevo a tu heladería favorita.
Les quiere OpheliaHorror ❤️ 🖤
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Paint (Chestappen) M-preg
Fanfiction(M-Preg) Tal vez ambos estábamos un poco grises y necesitábamos un poco de color