Una semana había pasado desde que Max le había pedido a Sergio ser su novio y no podían sentirse más felices que nunca. Sergio estaba esperando el momento para decirle a Carlota que estaba saliendo con Max y se sentía tranquilo ya que la pequeña se llevaba bien con el rubio y lo veía como un amigo.
Sergio estaba revisando un plano en su computadora de los condominios que tenían de proyecto junto con George pero realmente estaba observando a Max por la ventana trabajar.
—Checo ¿Estás poniendo atención a lo que te estoy diciendo o estás observando a Max?
—¿Que?— dijo distraído volteando su mirada al plano.
—Llevas 10 minutos viendole el trasero.
—Ah, perdón.
—¿Y como van las cosas entre tu y el?— pregunto con curiosidad mientras enrollaba el plano y lo guardaba en el porta planos.
—Super bien— dijo Sergio con una sonrisa boba —Ya somos novios de hecho.
—¿Que?— dijo George sorprendido mientras tomaba a Sergio de los hombros y lo sentaba en el sillón —Ahora me platicas bien eso de que Max y tú son novios.
—Cielos, te comportas como si fueras mi padre.
—Soy cómo tú hermano mayor así que cuéntame bien eso y no te vas a ir.
Sergio le platico desde el momento que empezaron a hablar más, los paseos, mensajes, visitas, cómo Max y Carlota se llevaban bien y la cena dónde paso todo.
—Wow, y pensar que una mancha de vino hizo todo eso— dijo George sorprendido —Solo, ten cuidado ¿Si?
George se fue de la oficina y Sergio se quedó recogiendo unos papeles y metiendolos en carpetas cuando sintió unas manos que tapaban sus ojos.
—Adivina quien soy— Sergio escucho la voz de Max y sonrió.
—No se, ¿el pintor sexy que amo ver todos los días desde mi ventana?
—Cielos Sergio Pérez, eres un stalker.
—Lo aprendí del mejor ¿O no recuerdas que me confesaste que leíste sobre mi en mi perfil de la compañía y buscaste mi facebook?
—Oh, ya veo.
—Asi me gustas demaciado— dijo Sergio con una sonrisa jalandolo de su playera para darle un beso.
Max aprovecho que las cortinas de la gran ventana estaban cerradas y antes se había asegurado de poner la puerta con seguro y escaló el beso a uno más intenso comenzando a tratar de desabrochar la camisa de botones de Sergio. El de cabello oscuro metió sus manos dentro de la playera de Max acariciando su abdomen.
Ambos seguían dándose el beso hasta que Max se detuvo dejando a Sergio desconcertado y jadeante con las mejillas sonrojadas y un gran problema en sus pantalones.
—Prometo que voy a terminar lo que empezamos, pero no aquí— le dijo Max dándole un último beso más lento como su tratara de saborear la desesperación con la que dejó a Sergio y salió por la puerta.
—Maldito, cómo lo amo— suspiro Sergio dejando caer su cabeza en el respaldo de su silla.
Max salió con una sonrisa en los labios, amaba tocar ese límite de Sergio pero realmente cumpliría lo de compensar eso, realmente amaba a Sergio y lo deseaba, para Max el cuerpo de Sergio era un 10.
Ambos estaban cayendo en un túnel de amor y admiración hacia ambas partes. Un lugar donde el amor iba más allá de lo físico y su mentalidad, espíritu y filosofía sobrepasaba cualquier atracción carnal y lo convertía en un deseo genuino por conocer la otra parte.
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—Mamá, te prometo que estamos bien y no alimento a Carlota solamente con nuggets de pollo— dijo Sergio mientras se aseguraba que los nuggets de pollo quedarán bien cocinados y el spaghetti no se quemara.
—¡Papá! Se rompió Pooh— llegó corriendo Carlota llorando con su peluche en una mano y el brazo del peluche en otro.
—Espera un poco corazón, papá está hablando con tu abuelita— le dijo Sergio sin prestarle mucha importancia.
—¡Papá!!!— grito la niña en el llanto mientras daba pisotones en el piso en forma de rabieta.
Sergio se despidió de su madre y fue con Carlota, sabía que a sus cuatro años todavía no sabía regular sus emociones pero aún así no debía dejar que hiciera lo que quisiera, debía llamarle la atención sin ser tan severo pero Carlota no dejaba de llorar y gritar. Eran esos días en los que más trabajo le costaba ser padre.
Después de haber llamado la atención de la pequeña y haber llegado a un trato Carlota se encontraba comiendo mientras Sergio aplicaba costura en el brazo del afelpado amigo de su hija. Estaba concentrado cociendo que no escucho que tocaban la puerta. Una sonrisa iluminó su rostro pensando que podría ser su amado Maxie.
Fue a abrir pero esa sonrisa se desvaneció y el peluche cayó al piso mientras observaba con los ojos abiertos a la persona que estaba en la puerta.
Un balde de agua fría fue lo que sintió al ver a esa persona mientras su sangre hervía y al mismo tiempo sentía que se iba al suelo. Sergio tuvo que aferrarse al marco de la puerta por qué sentía que en cualquier momento sus piernas flaquearian y caería al frío y duro suelo que estaba debajo de el. ¿Esto no podía estar pasando, verdad?
Era como si estuviera viendo el fantasma que el mismo estuvo invocando y suplicando no ver estos últimos meses.
—Hola Checo, no has cambiado nada. Ese corte de cabello te asienta muy bien.
—L-Lewis...
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Max se encontraba en el estudio revisando los trabajos que habían hecho sus amigos ya que el era el encargado de la exposición y debía asegurar que todo se encontrará perfecto en la nueva galería que tenían aparte de que debía terminar la comisión de la hija de Sergio y más ahora que eran novios quería quedar bien.
Se encontraba revisando las reseñas del museo y que las fotografías de las piezas estuvieran bien, más tarde pasaría a ver cómo había quedado acomodado todo. Se sentía orgulloso del trabajo en equipo que hicieron esos meses y que el trabajo de todos estuviera dando frutos.
Estaba por fin teniendo la vida que siempre deseo, el reconocimiento de su arte al igual que del resto de sus amigos, un grandioso novio y por fin sentía que la química de su cerebro estaba funcionando para hacer su día a día sin la pesadez que sentía. Sergio era su pincelada ya que el aparte de su pasión lo hacían sentirse lleno, sentía que por fin su vida estaba tomando el curso que siempre tuvo en deseo.
Bebía una lata de RedBull -adiccion que le habían pegado Charles y Max- mientras seguía trabajando y buscaba los materiales para seguir el cuadro cuando recibió una llamada entrante de Oscar.
—¡Hola niño canguro! ¿Cómo les va en la exposición?— dijo feliz Max esperando las buenas noticias de su amigo.
—M-Max, debes venir pronto— escucho la voz de Óscar al teléfono en un tono demaciado serio para su gusto.
—¿Que sucede? No entiendo.
—Es la galería Max.
—¿Que tiene la galería?
—La galería... La galería está en llamas ¡Hay un puto incendio Max y Carlos está en el hospital por qué se intoxico con el humo tratando de salvar las pinturas! Por suerte no se quemó.
—¿Que?— dijo Max sin poder creerlo saliendo casi corriendo de dónde estaba y conduciendo rápido hacia donde estaba la galería con la preocupación de que las palabras de Oscar fueran una broma estúpida como las que acostumbraba a veces hacer.
Les quiere OpheliaHorror ❤️ 🖤
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Paint (Chestappen) M-preg
Fanfiction(M-Preg) Tal vez ambos estábamos un poco grises y necesitábamos un poco de color