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Faith

Siento todo a mi alrededor erosionar con lo que mis ojos proyectan a mi cerebro. Pestañeo como si fuese un espejismo.

No.

Es real.

¿Qué demonios hace ella aquí?

La noto mojada y sosteniendo una toalla sobre sus pechos. Estoy sin habla, mis músculos están tiesos solo viendo a esa misma insolente mujer del otro día, por un segundo me costó reconocerla, pero su olor a pobreza y fracaso es asqueroso sea donde sea que vaya.

Lo primero que viene a mi cabeza es mi esposo. Evalúo su aspecto casual seguramente desnuda bajo esa toalla. ¿Ahora a Erling trae amantes a la casa?

Solo pensar en el posible hecho de que ella esté aquí por él me enfurece en gran medida. Los niveles exorbitantes de rabia calan hondo mis entrañas cuando veo la gran falta de respeto hacia mi persona restregada en mi cara. No es solo el hecho de la traición en sí, más bien es en ella en específico. Esa chica es la completa descripción de la palabra común.

Mentalmente me veo comparándome con ella pero al instante sacudo mi cabeza.

Soy lo bastante segura de mí misma para rebajarme a tanto. Sin embargo, ardo colérica.

¿Qué mujer no lo estaría en una situación así?

Encontrar otra mujer en tu casa semidesnuda y hurgando en tus cosas. Es obvio que tiene algo que ver con él.

«Erling no sería capaz»

Inspiro aún sin ser vista tratando de controlar mis ansias.

Hoy definitivamente ha sido un día de mierda.

—¡Qué carajos haces! —le grito hartándome de su silencio.

Mi humor empeora drásticamente al notar que definitivamente ha estado en mi baño. Esa es una de mis toallas.

Camino hasta casi invadir su espacio personal importándome bien poco. Está en mi casa, en mis terrenos, podría ahora mismo llamar a la policía y encarecerla por allanamiento de propiedad.

—¡Responde! ¿Que carajos haces en mi casa? ¿Dónde demonios está Erling? —chillo histérica sin poder contenerme.

Sus ojos son tal cual de cervatillos miedosos. No inmuta palabra alguna, esta sin mover un ápice de su cuerpo cosa que me cabrea más.

—¡Erling sal de una puñetera vez! —le llamo perdiendo los papeles.

Esta es en verdad la gota que llenó el vaso de mi descontrol. No puedo más que verla de cerca e impacientarme porque mi esposo no llega de una maldita vez.

—¿Dónde demonios está Erling? —sigo exigiendo respuestas, pero sus nervios no la dejan articular ni una sola palabra.

Es claro que algo se trae entre manos.

¿Quién rayos es ella?

Familia de él no es. Yo conozco a toda su familia, no son muchos pero ella realmente no es su pariente.

Sus cabellos castaños están alborotados y pegados a su rostro por el sudor, en tantos sus ojos cafés me miran inquietos. No es fea, he de admitir pero su falta de maquillaje en su rostro desnudo no le hacen destacar.

—Él...

—¿Eres su amante? ¿Te trajo aquí a mi propia casa? ¿Dónde está ese maldito desgraciado? —vocifero interrumpiéndola.

Erling no aparece por ningún lado. Cosa que me exaspera más.

¿Será una ladrona?

La escaneo descartando a un lado la idea.

Cobrando Cadenas, Cobrando AparienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora