XVIII

79 11 0
                                    

Faith

Veo a Dareen conducir el auto en silencio. Sus manos lucen expuestas pues había subido su camisa blanca hacia sus codos y me dejaba ver sus venas y los contornos masculinos de sus antebrazos.

Volvíamos a ser los mismos él y yo. Su rencor aún latía en su forma de tratarme. Se mostraba adusto conmigo y todo dentro se me estrujaba. No sabía cómo había pasado de sentirme frenada debido al qué dirán, para luego sentirme así con ganas de gritar a los cuatro vientos que lo amo, que no importa nada que puedan hacer, ni el tiempo que podamos pasar aún con mar en el medio, sigo sintiendo lo mismo por él.

Pero su odio hacia mí y lo que le hice es más grande. Claramente no podía exigirle más, no podía pedirle volver a lo que dejamos atrás porque ahora todo era diferente. Y yo me estaba divorciando pero él seguía casado, aunque su esposa no fuese importante en su vida, seguía atado a ella y eso no me gustaba.

Me encontraba en medio de todo. Y lo más irónico, de brazos cruzados llena de impotencia.

—¿No vas a llevarme a la casa del abuelo? —inquiero en voz baja.

Había sido una noche de mierda. No sabía en qué punto estaba en mi vida, pero algo tenía claro y era que no iba a ser la segunda de nadie. Aún si fuese el hombre que me hace vibrar el alma.

Dareen y yo teníamos muchas cosas en contra, pero la más fuerte era romper la coraza que yo misma había forjado dentro de él. Aunque él ya me lo había dicho, que cuando estuviese destrozada él iba a dejarme sola como yo le dejé a él. A veces recordaba eso y el mundo se me caía encima.

Paso saliva sintiendo mis ojos cristalizarse. Definitivamente Dareen ha hecho resucitar lo que creía que había muerto dentro de mí.

Ojalá todo hubiese sido diferente. Ojalá él y yo hubiésemos sido desconocidos que encontramos el amor. Ojalá no tuviésemos la misma sangre corriendo en las venas.

Una mano suya la pone sobre mi muslo y mis ojos van directos ahí. Se que siente cosas por mí. Se que sigo siendo importante para él aunque lo justifique con hacerme daño.

Veo que nos dirigimos a un lugar apartado que parece ser un parque. No hay personas por ningún lado de este sitio y por tanto volteo a verlo.

Su mano desciende de mi muslo hacia arriba y yo me voy retorciendo al instante. Mi piel hormiguea bajo sus yemas hasta que encuentra mi braga.

Jamás dejaré de sentirme tan sensible bajo su cuerpo, es el puto paraíso.

Gimo cuando sus dedos comienzan a moverse en mi punto. Sus ojos verdes me buscan y noto su miembro duro en sus pantalones.

—¿Ya te dije lo deliciosa que luces hoy? —murmura en mi oreja y su lengua comienza a lamerme el lóbulo de la misma.

Su otra mano va a mis tetas y escucho un gruñidos totalmente masculinos.

—Quiero que las tengas como antes —demanda serio de pronto aunque su voz sale entrecortada.

Inspiro hondo antes de contestar pues sus dedos no me dan tregua en mi vagina. Llevo mis manos a su pantalón y lo toco sobre la tela oyéndolo maldecir.

Comienzo a zafarselo mientras él se ocupa de lamer mi cuello y elevarme a la mayor de las torturas en mi entrepierna.

Cuando ya lo tengo duro en mis manos lo aparto de mí haciendo que se recueste al espaldar del asiento.

Sus ojos felinos me miran desde mi lugar y abro una descarada sonrisa cuando empiezo a quitarme el vestido por la cabeza. Quedándome solo en hilo ante él. Su mirada se pierde en mi cuerpo desnudo y muerde su labio poseído por la necesidad.

Cobrando Cadenas, Cobrando AparienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora