Faith
Todo estaba jodido. No había un puto lado de mi vida que no lo estuviese y eso me taladraba los sentidos.
Por un lado Erling yéndose y defendiendo a una puta barata. Cosa que jamás había hecho en años de matrimonio. Sabía que me era infiel pero jamás se había mostrado de forma tan descarada conmigo, era una total falta de respeto que cada nada me ponía de peores nervios. Ya no sabía que esperar de él.
Nos conocimos en la universidad y aunque estuvimos años siendo solo amigos, llegamos al punto de follar sin compromiso hasta que un día me pidió formalizar lo nuestro dejando clara una cosa: sería un matrimonio sin amor. Una relación más bien de amistad con derecho a coger y yo acepté. Sabía que Dareen se había marchado a España para rehacer su vida y que debía resignarme a vivir una vida infeliz con un hombre que no amaba. Al menos Erling era un buen amigo, se preocupaba por mí y follabamos perfectamente delicioso.
Hasta que Dareen regresó queriendo hacerme cobrar el daño que le hice, lo que no sabía era la razón por la cual le dañé. Y no aguanté más hasta decirla, sabía que llegaría ese momento pero no esperé nunca que su reacción fuera tildarme de mentirosa, ni mucho menos huir al ver el deteriorado ultrasonido que había guardado en mi monedero desde entonces.
Todo era un jodido caos.
Llego a la casa donde vivo y siento el ardor en la piel del tatuaje. Las luces se prenden de forma automática mientras camino por los pasillos hasta llegar a la habitación. Comienzo a quitar mi ropa mirándome en el espejo hasta quedarme en lencería, me quito el maquillaje con el producto para eso y comienzo a humectar mi piel.
Mis ojos indican lo mucho que lloré antes. Mi piel está levemente enrojecida y noto nuevamente mis ojos empañarse debido a los recuerdos que se me van acumulando en la garganta.
—¿Dónde carajos estabas? —interroga una voz a mis espaldas.
Le observo por el reflejo del espejo agradeciendo que desviara mi mente del pasado que siempre me tortura.
—¿No vas a decirme? —increpa en voz demandante.
Inspiro bien hondo y me pongo de pie. Voy hasta el closet y saco una bata de dormir, aunque son las tres de la madrugada, creo que puedo descansar algo aún.
Pero antes de que pueda tomarla en mis manos, sostienen mi antebrazo y me hacen girar torpemente. El rostro de un enfurecido Erling me escanea y veo la oscuridad en su mirada.
No me inspira nada más que odio. Sí, ahora mismo lo estoy odiando por hacerme tal humillación frente a otras personas. La chica se ha ganado mi hastío solo por ser tan descarada a la hora de tratarme, pero él, Erling es mi esposo y me debe fidelidad y respeto. Sin embargo, al parecer esas dos cualidades han ido a tomar el sol a Varadero.
—¿Qué cojones hacías fuera de la casa? —exige saber y me da risa.
Me comienzo a reír porque es demasiado absurdo que esté pidiendo saber eso.
Me suelto de su agarre de un jalón y dejo de reír para encararlo.
—A partir de mañana iré a vivir a casa del abuelo —le informo tratando de mantener la calma.
—¿Cómo...
—¡Cállate! —le grito perdiendo los papeles—. ¡Cállate que no pienso aguantarte una puta cosa más! ¡Estoy harta de que me humilles! ¿Quién carajos te piensas que eres?
Se queda inmóvil por unos segundos y estoy segura de que su cabeza anda en mil direcciones por segundos. No quería discutir, vine aquí a descansar pues mañana debo trabajar y ya es de madrugada.
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Cobrando Cadenas, Cobrando Apariencias
RomanceFaith creyendo que después de lo que le hizo, él jamás volvería, se casó y rehizo su vida con otro hombre. Pero era una vida vacía y sin propósito. Vivía aparentando felicidad y tragando grueso cada vez que pensaba en él, en el hombre que poseía su...