Dareen
Sus palabras me llevaron a ese estupido joven de veintitantos años. A ese imbécil que dejó que su mundo girara en torno a otra persona, en mi caso, a ella.
Le había dado todo de mí. Había hecho de todo por ella y porque siguiésemos juntos a pesar de las cadenas que implementaba la sociedad. Yo la había hecho feliz.
Respiraba cuando ella lo hacía, sonreía cuando ella lo hacía, sufría cuando ella sufría, vivía para ella, para Faith Bowers. Y sin embargo, fue el error más grande que un hombre puede cometer.
Todos hablan de los hombres fríos y sin corazón, pero lo que no saben es que tras ellos hay una gran herida que aún no cierra, una herida que sigue sangrado impidiendo a ese hombre ser feliz.
Ella me había causado a mí esa herida. Cambié cuando ella me dejó aquella noche lluviosa. Cuando ya había comprado la casa para vivir juntos, cuando ya tenía un trabajo estable del cual pudiese encargarme perfectamente de todos sus gustos y necesidades. Cambié cuando me di cuenta que a las mujeres no se les puede poner todo fácil.
Me dejó tirado luego de tanto amor que le di y tan enamorado que estaba. Ella me jodio, me dejó como un puto fracasado con solo tres palabras.
Y nunca insistí. No me gustaba forzar las cosas con nadie. Ella quería dejarme, pues bienvenido sea, aunque me haya dejado hecho una mierda pensando en las mil razones tras esas palabras. Ella era muy joven, era universitaria y quería salir y disfrutar como las demás chicas de su edad. Conocer chicos y follar en las discotecas y clubes, ella quería ser libre y yo era un estorbo para sus planes.
Jamás me había dicho semejante cosa, pero notaba sus miradas perdidas cada que hablábamos de la vida universitaria, sus ojos iluminados cada que frente a mí leía un mensaje de alguna invitación a alguna fiesta.
Me rompió el corazón en aquel momento porque pensé que el amor que me tenía era de mucho más peso que los deseos por hacer cosas nuevas.
La liberé de mis cadenas si era lo que tanto quería. Me enfurecía que llorara tanto como lo hizo, que se fingiera triste por terminar cuando en realidad era lo que deseaba. Llevábamos meses peleando casi todos los días y esas cosas asfixiaban, pero aún así yo seguía amándola, seguía queriendo darle alguna normalidad.
Y me aparté de su camino con toda mi alma destrozada. Cerré la casa que había comprado para los dos y estuve meses y meses que solo salía a trabajar. No quería ver a nadie, no quería hablar con nadie. Y pasar por eso es lo peor que puede sucederle a un hombre.
Porque simplemente sientes nulos deseos de vivir. Es como si me hubiese extirpado la razón de vivir en aquel entonces. Y en una noche no pude más y tuve que ir hasta su duplex. Tuve que ver de lejos que ella estaba tan mal como yo, que en realidad sí me quería y la estaba pasando fatal o peor que yo. Faith decía amarme, quizás al dejarme y ver que ya no estaba en su vida había estado recapacitando en su proceder y me estaba extrañando igual que yo.
Pensé hasta perdonarla si ella me pedía volver. Fui decidido a remendar los errores del pasado porque ella era mi puto oxígeno, la razón de que mi corazón palpitara con fuerza.
Me acerqué al apartamento que compartía con su amiga. Estaba amaneciendo ese día cuando llegué allí. Y al decidirme a entrar, las luces de un automóvil detuvieron mi andar. Me quedé de lejos viendo que era su auto y sentí mi pulso acelerarse, me sentí como un puto crío al tenerla tan cerca otra vez.
Pero todo fue como atinarme un millar de bofetones a la cara cuando me topé con la realidad. Ella no me echaba de menos. Ella no estaba sumida en la misma tristeza que yo al dejarme.
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Cobrando Cadenas, Cobrando Apariencias
RomanceFaith creyendo que después de lo que le hizo, él jamás volvería, se casó y rehizo su vida con otro hombre. Pero era una vida vacía y sin propósito. Vivía aparentando felicidad y tragando grueso cada vez que pensaba en él, en el hombre que poseía su...