XX

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Dareen

La cama la siento vacía a mi lado y en instantes me despierto sobresaltado. El recuerdo de tiempos pasados se instala en mi cabeza creyendo que se fue, que me dejó sin más, así que salgo en su búsqueda completamente desnudo. Bajo a la planta inferior y escucho su voz.

Está cantando.

Su tesitura me transporta a las cientos de veces que lo hacía cuando estábamos en el apartamento en que el antes vivía. A ella le fascinaba cantar. Mi campo de visión la repara. Faith está de espaldas a mí con la camisa que yo traía puesta, haciendo lo que parece ser el desayuno, inclina abajo su espalda para tomar lo que hornea y su trasero se descubre completamente ante mis ojos.

Las sensaciones comienzan a bullir dentro de mí percibiendo que a sí pasen milenios, mi cuerpo seguirá reaccionado a así a ella. Usa una tanga bajo la camisa, cosa que me pone como un tren en instantes.

Se endereza y se voltea con lo que preparó y sus ojos me enfocan. Me pierdo en sus pupilas cargadas de brillo, en su cabello negro completamente suelto y cayendo tras su espalda de forma descuidada. También me centro en que no usa una gota de maquillaje y sigue siendo completamente hermosa, tal como una diosa reencarnada.

Mi verga da muestra de ello al agitarse entre mis piernas con solo su imagen.

—Despertaste —saluda con una preciosa sonrisa.

Y me acerco hacia la isla. Noto su mirada bajar por mi cuerpo y quedarse en ciertas partes del mismo. Ladeo una sonrisa con suficiencia. Si yo soy débil ante ella, Faith es débil ante mí.

Es algo mutuo.

El bizcocho quedó en su punto llenando la cocina del olor a chocolate. Me sirve una porción y sigo quedándome prendado de la forma en que ella se mueve de un lado a otro en la casa, que por lo que puedo notar, conoce dónde está exactamente todo ya.

Me sirve una porción y un vaso de leche. También pone varias frutas en la mesa y se sienta a mi lado en otra banca. Comienza a desayunar y lo hago también. La crema de chocolate está espesa y deliciosa, me como casi todo lo que tengo el plato, hasta que me levanto para poner en practica la fantasía que grita mi mente pervertida.

Jamás he sido hombre de avisar, pero percibo como ella se remueve al yo ponerme de pie.

Me conoce.

Giro la banca donde está sentada y abro sus piernas metiéndome entre ellas. Llevo la mano a su cuello y busco sus labios como un poseso. Faith sabe a paraíso, sabe dulce, sabe a algo delicado entre mis brazos, a algo que me vuelve como un puto demente.

Mis manos se escabullen entre la camisa y su piel y mis dedos tiran de los botones, rompiéndolos todos. Se separa de mi boca para reír entre dientes. Elevo una ceja quitándole la prenda que la cubría.

—Sabes nena, esto te quedó delicioso —llevo un dedo a la crema y lo meto en se boca bajo su atenta mirada.

Se ocupa en lamerlo todo en mi dedo.

Vuelvo a meter la mano en el dulce y esta vez me embarro más los dedos y los restriego en sus tetas.

Visualizo cómo muerde levemente su labio y sin más comienzo a prenderme de sus pechos. Lamo y trago lo que esparcí y arremeto succionando de sus pezones. Ella se arquea ofreciéndome más y eso eleva mi lujuria un tanto más.

Cuando no queda nada en sus pechos, ella no me deja dar el siguiente paso, porque se pone de pie metiendo las manos en el bizcocho y llevándolas a mi verga.

Mi músculos se contraen al verla hincarse ante mis piernas. Verla tomar mi miembro en sus manos hace que maldiga en voz alta. Comienza a jalármela suavemente mirándome directamente a los ojos.

Cobrando Cadenas, Cobrando AparienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora