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Penelope sonrió, pero suspiró al mismo tiempo.
—Madre le preguntó, cómo no, si pensaba quedarse en la ciudad para la
temporada —continuó Eloise—, y, cómo no, él se puso terriblemente evasivo,
así que decidí interrogarlo yo…
—Terriblemente inteligente por tu parte —musitó Penelope.
Eloise le arrojó el almohadón.
—Y por fin logré que me dijera que sí, que piensa quedarse por lo menos
unos meses. Pero me hizo prometer que no se lo diría a madre.
—Bueno, eso no es… —Penelope se aclaró la garganta— terriblemente
inteligente por su parte. Si tu madre cree que el tiempo que va a pasar aquí es
limitado, redoblará sus esfuerzos para casarlo. Y yo diría que eso es lo que
más desea evitar él.
—Ese parece ser su objetivo en la vida —convino Eloise.
—Si la tranquilizara diciéndole que no tiene ninguna prisa por marcharse,
tal vez ella no lo acosaría tanto.
—Interesante idea, pero probablemente eso es más cierto en teoría que
en la práctica. Mi madre está tan resuelta a verlo casado que no le importa
aumentar su empeño. Sus esfuerzos normales ya lo vuelven loco.
—¿Puede uno volverse doblemente loco? —musitó Penelope.
Eloise ladeó la cabeza.
—No lo sé. Ni creo que me interese descubrirlo.
Las dos se quedaron calladas un rato (algo bastante raro en realidad) y
de repente Eloise se incorporó de un salto.
—Tengo que irme.
Penelope sonrió. Las personas que no conocían muy bien a Eloise creían
que esta tenía la costumbre de cambiar de tema con frecuencia (y
bruscamente), pero ella sabía que la verdad era totalmente diferente. Cuando
Eloise tenía la mente puesta en lago era incapaz de olvidarlo. Lo cual
significaba que si de pronto quería marcharse, eso tenía que ver con algo que
habían hablado antes esa tarde.
—Esperamos a Colin para el té.
Penelope sonrió. Le encantaba tener razón.
—Deberías venir —añadió Eloise.
Penelope negó con la cabeza.
—Él querrá que sólo esté la familia.
—Puede que tengas razón —dijo Eloise, asintiendo levemente—. Muy
bien, entonces, me voy. Siento terriblemente hacer tan corta la visita pero
quería estar segura de que sabías que Colin está en casa.
—Whistledown —dijo Penelope.
—De acuerdo. ¿De dónde saca la información esa mujer? —observó
Eloise, moviendo la cabeza pensativa—. Te juro que a veces sabe tanto sobre
mi familia que pienso si no debería asustarme.
—No puede continuar eternamente —comentó Penelope, levantándose
para acompañar a su amiga hasta la puerta—. Alguien va a descubrir
finalmente quién es, ¿no te parece?
Eloise llegó a la puerta, cogió el pomo, lo giró y tiró.
—No lo sé. Yo también lo pensaba. Pero ya van diez años. Más en
realidad. Si la fueran a descubrir, yo creo que ya lo habrían hecho.
Penelope la siguió por la escalera.
—Finalmente cometerá un error. Tiene que cometerlo. No es más que un

COLIN Y PENELOPE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora