Portia se reanimó toda entera, como le ocurría siempre que se
mencionaba algo que pudiera considerarse un cotilleo.
—¿Una lista? ¿Qué tipo de lista?
—Ah, ya sabe, la misma lista que ha hecho para todos sus hijos adultos.
Posibles cónyuges y todo eso.
—Ah, pues eso me hace pensar —dijo Penelope en tono sarcástico—,
qué constituye «todo eso».
—A veces pone a una o dos personas absolutamente inadecuadas como
para destacar las cualidades de las verdaderas posibilidades.
Portia se echó a reír.
—¡A lo mejor te pone a ti en la lista de Colin, Penelope!
Penelope no se rió. Eloise tampoco. Portia no pareció notarlo.
—Bueno, será mejor que me vaya —dijo Eloise, aclarándose la garganta
para disimular un momento incómodo para dos de las tres personas reunidas
en el vestíbulo—. Colin irá a tomar el té. Madre quiere que esté toda la familia.
—¿Vais a caber todos? —preguntó Penelope.
La casa de lady Bridgerton era grande, pero entre sus hijos, cónyuges y
nietos sumaban veintiuno. Una prole numerosa en realidad.
—Iremos a la casa Bridgerton —explicó Eloise.
Cuando su hijo mayor se casó su madre, Violet, se marchó de la
residencia oficial de los Bridgerton. Anthony, que heredó el título de vizconde a
los dieciocho años, le dijo que no tenía que marcharse, pero ella insistió en que
él y su esposa necesitaban su intimidad. En consecuencia, Anthony y Kate
vivían con sus tres hijos en la casa Bridgerton, mientras Violet vivía con sus
hijos solteros (a excepción de Colin, que tenía sus habitaciones propias) a sólo
unas manzanas, en Bruton Street número 5. Después de más o menos un año
de infructuosos intentos de ponerle un nombre a la nueva residencia de lady
Bridgerton, la familia optó por llamarla simplemente casa Número Cinco.
—Que lo paséis bien —dijo Portia—. Tengo que ir a buscar a Felicity.
Estamos retrasadas para la prueba con la modista.
Eloise esperó que Portia desapareciera en el rellano de la escalera para
comentar a Penelope:
—Me parece que tu hermana pasa muchísimo tiempo en la modista.
Penelope se encogió de hombros.
—Felicity está a punto de volverse loca con tantas pruebas, pero ella es la
única esperanza de madre para un matrimonio verdaderamente grandioso.
Creo que está convencida de que Felicity va a pescar a un duque si lleva el
vestido adecuado.
—¿No está prácticamente comprometida con el señor Albansdale?
—Me imagino que él va a hacer la proposición formal la semana que
viene, pero mientras tanto madre mantiene abiertas sus opciones. —Miró hacia
arriba poniendo los ojos en blanco—. Será mejor que adviertas a tu hermano
para que guarde las distancias.
—¿Gregory? —preguntó Eloise, incrédula—. Pero si aún no ha terminado
la universidad.
—Colin.
—¿Colin? —exclamó Eloise desternillándose de risa—. ¡Uy, qué gracioso!
—Eso fue lo que le dije yo, pero ya sabes cómo es cuando se le mete una
idea en la cabeza.
—Bastante como yo, me imagino —rió Eloise.