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mente al menos, que poseía el peor sentido de la oportunidad de toda la
historia de la civilización), justo cuando oyó una voz masculina diciendo su
nombre.
Paró con un patinazo, agradeció fervientemente haber mantenido el
equilibrio en el último instante en lugar de aterrizar de trasero en la hierba
mojada y sucia.
Era «él», lógicamente.
—¡Colin! —exclamó, en un tono levemente azorado, quedándose muy
quieta esperando que él llegara a su lado—. Qué sorpresa.
Él parecía estar reprimiendo una sonrisa.
—¿Estabas bailando?
—¿Bailando?
—Me pareció que estabas bailando.
—Ah. No. —Tragó saliva, sintiéndose culpable, porque aunque
técnicamente no era una mentira, la sentía como si lo fuera—. Claro que no.
A él se le arrugaron ligeramente las comisuras de los ojos.
—Lástima entonces. Me habría sentido obligado a acompañarte, y jamás
he bailado en Berkeley Square.
Si él le hubiera dicho eso mismo sólo dos días antes, ella se habría reído
de la broma, dejándolo ser el hombre ingenioso y encantador. Pero seguro que
volvió a oír la voz de lady Danbury en un recoveco de la cabeza, porque de
pronto decidió que no deseaba ser la misma Penelope Featherington de
siempre.
Decido participar de la diversión.
Esbozó una sonrisa que ni siquiera sabía que sabía hacer. Era una
sonrisa pícara, y ella era misteriosa, y vio que no todo estaba en su cabeza
porque los ojos de Colin se agrandaron al oírla decir:
—Eso es una pena. Es bastante agradable.
—Penelope Featherington —dijo él arrastrando la voz—. Creí oírte decir
que no estabas bailando.
—Mentí —repuso ella, encogiéndose de hombros.
—En ese caso, entonces seguro que éste debe de ser mi baile.
De repente ella sintió algo muy raro en las entrañas. Por eso no debía
permitir que los susurros de lady Danbury se le fueran a la cabeza. Ella era
capaz de ser osada y encantadora durante un fugaz momento, pero no tenía ni
idea de cómo continuar.
A diferencia de Colin, evidentemente, que estaba sonriendo
diabólicamente con los brazos listos en la posición perfecta para un vals.
—Colin, ¡estamos en Berkeley Square!
—Lo sé. Acababa de decirte que nunca he bailado aquí, ¿no lo
recuerdas?
—Pero…
Colin se cruzó de brazos.
—Tss, tss, no puedes lanzar un desafío así y luego tratar de escabullirte.
Además, me parece qué bailar en Berkeley Square es el tipo de cosa que una
persona debería hacer por lo menos una vez en su vida, ¿no te parece?
—Cualquiera podría vernos —susurró ella en tono apremiante.
Él se encogió de hombros, tratando de disimular que lo divertía bastante

COLIN Y PENELOPE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora