Prologo.

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Enamorarme siempre había parecido superfluo, no esencial en mi vida. En una era donde el amor y la atracción son frecuentemente cuestionados, desde joven me enseñaron a priorizar la preparación académica. Esta obsesión se convirtió en una carga que pesaba sobre mis hombros, relegando asuntos como el amor a la periferia de mis prioridades. Siguiendo el firme deseo de mi padre, obtuve una destacada admisión en una universidad prestigiosa, modelada a imagen de Yale en Estados Unidos, a mis 18 años.

Hace dos años, emigré a Corea del Sur, liberándome de las expectativas parentales y abrazando la oportunidad de crecer y descubrir por mí misma. Hoy, a mis 24 años, aunque conservo cierta ingenuidad de antaño, he empezado a vislumbrar una nueva realidad. Mi nombre es Rachell, con ojos azules que parecen reflejar la calma del mar en un día sereno, y cabello rojizo que ondea como llamas en una noche de verano. La complicidad intensa con mi compañera de cuarto se transformó en una amistad genuina, mientras que mi incursión en la fotografía y el trabajo en una cafetería marcaron un cambio radical respecto a mis años universitarios dedicados únicamente al estudio.

Mi vida era una rutina constante: estudio, cafetería, y hogar, salpicada solo por nuestros domingos compartidos viendo dramas y escuchando música. Sin embargo, un día decidimos aventurarnos por las calles de Seúl, un giro de los acontecimientos que marcaría un antes y un después.

Fue entonces cuando él irrumpió en mi vida y transformó mi frío corazón...

Desde el momento en que conocí a Jeon Jungkook, mi existencia experimentó un cambio tan profundo que ningún currículo académico, curso de fotografía o estudio del idioma coreano podría haber anticipado. Los dramas que antes observaba con mi amiga se convirtieron en una narrativa viva, entrelazada ahora con mi propia realidad. Si pudiera retroceder en el tiempo, ¿habría tomado decisiones diferentes, sabiendo lo que me aguardaba? La respuesta se escapa de mí. A veces me encuentro agradecida, totalmente absorta en sus ojos y los momentos de pasión y amor que compartimos. Jungkook nunca me hirió con palabras hirientes ni dejó mi mundo patas arriba como temí en un principio.

Lo único que sé con certeza es que mi vida y mi corazón nunca serán los mismos después de que Jeon Jungkook irrumpiera en ellos, convirtiéndome simplemente en una fan.



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